Literatura de la onda: la juventud entre letras
Las letras mexicanas han incursionado en diversos géneros y herramientas narrativas que han consolidado a buen número de escritores reconocidos, tales como: Xavier Villaurrutia, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Juan Rulfo, Elena Garro y Rosario Castellanos, por mencionar algunos.
Durante la década de los 60, los jóvenes escritores mexicanos pusieron en boga un estilo narrativo peculiar para la época y el país, ya que no apelaba a los estatutos y costumbres que se venían manejando.
La «literatura de la onda» fue una corriente que enmarcaba las historias de la juventud en la urbe de México con personajes atrapados en una adolescencia pesada y confundida, cuyo único escape y método de autodescubrimiento es el desenfreno, el alcohol, el sexo y la clandestinidad para conocer un nuevo tipo de mundo que les atrae y desconocen.
En 1971, Margo Glantz publicó su artículo Onda y escritura: jóvenes de 20 a 33 años, en él expone y califica el tipo de escritura que se realizaba en aquella época, la cual, definió como una «desgarradura» en lugar de una apertura, debido a la irrupción que significaba ante las costumbres literarias y corrientes que se habían producido y que, finalmente, identificaba como «la simple pedantería de toda generación».
La escritora define a los protagonistas de las historias como repetitivos y ensimismados, ya que precisamente son adolescentes:
El joven rebelde a su circunstancia, opuesto a su sociedad, crítico de las generaciones que lo preceden, es repetitivo en la historia. […] Vestir ropajes extraños como símbolos de ruptura, desconocer las ataduras mediante un comportamiento externo desafiante y grotesco, inventar lenguajes de «iniciados», despreciar «a los que se alinean», es enfrentarse a una nueva identidad que se pierde en cuanto algo intenta fijarla, porque la edad, la sociedad, vuelven a colocar al adolescente en el camino trillado que desprecia y que le repugna.
Esta figura rebelde busca una identidad fuera de un sistema establecido, recurso que puede tornarse narrativo debido a que éste construye a los personajes. Además, Glantz menciona que la función de la rebeldía cumple una paradoja interesante, pues impulsa al personaje a estar en constante descubrimiento, pero sin alcanzarlo nunca por el deseo de inconformidad perpetuo (o al menos en lo que dura el texto o la misma adolescencia).
Pero, ¿a qué se debe esta condición contradictoria e inestable? Precisamente a la función de ser literatura de adolescentes para adolescentes. La prosa ágil, el uso y reinvención del lenguaje, el desdoblamiento inacabado de los personajes, la reflexión, y el descubrimiento salvaje y violento de la Ciudad de México (en la mayoría de los casos) son sólo algunos de los elementos que hicieron atractivo al género y que, hoy en día, continúan vigentes para algunos lectores mexicanos.
Comúnmente podemos encontrar narradores autodiegéticos (que narran su propia historia) de entre los 15 y 17 años; éstos resignifican su entorno por medio del espacio y la interacción con personajes secundarios de la misma edad a los cuales une el alcohol, la música (en su mayoría rock) y el «desmadre».
Algunos de los representantes más importantes de la literatura de la onda fueron Gustavo Sáinz, Parménides García Saldaña, René Avilés Fabila y José Agustín, quien fuera el iniciador de todo el movimiento gracias a su novela corta La Tumba en 1964.
El impacto social dentro de la cultura mexicana fue uno de los factores importantes para volverse claves dentro de la narrativa mexicana del siglo XX, pues sus temas son considerados tabús para la década, además de fomentar un resguardo de la contracultura en México, la cual siempre fue considerada para la clase media del país, también fue un impulso en la experimentación musical de bandas y movimientos contestarios de la urbe.
Probablemente hoy en día la «literatura de la onda» ha dejado de ser esa brecha llamativa con una voz de fuerza debido a la evolución (en algunos casos) de la sociedad mexicana, sin embargo, el retrato plasmado de lo popular y lo marginado aún podemos encontrarlo en el día a día del mexicano. Si bien el género abundó en la rebeldía, debemos reconocer su estado como una nueva narrativa realista mexicana, que bien pudo reconocer falencias técnicas encontradas en ensayos como el de Margo Glantz, pero sirvió como válvula literaria, social y crítica necesaria para «los de a pie» que todavía hoy estamos tratando de agarrar la onda.
Si quieres saber más de este género te recomendamos títulos como:
- Gazapo de Gustavo Sáinz
- Pasto verde de Parménides García Saldaña
- De Perfil de José Agustín
- Los Juegos de René Avilés Fabila
Para que termines la nota de manera redonda te compartimos el cuento «¿Cuál es la onda?» de José Agustín, el cual puedes descargar justo aquí. Y como dato adicional, este cuento fue escrito después de su separación involuntaria con la actriz Angélica María.
¿Cuál es la onda? – José Agustín
Lector y peatón. «Yo soy aquel». Dicen que soy el chico al que los golondrinos le laceran las axilas.
A veces escribo sobre lo que me gusta, otras entreno Pokémon.