Dentro de los renombrados artistas que gestó la Academia de San Carlos, los cuales son conocidos tanto en México como en el extranjero, resulta significativo recordar al pintor Germán Gedovius Huerta ya que algunos recuerdan su nombre más por su discapacidad que por sus méritos pictóricos, pues Gedovius era sordomudo y ni siquiera eso le impidió colocarse dentro del grupo de los mejores pintores de finales de siglo XIX, así como en las matrículas docentes más galardonadas de las primeras décadas del siglo XX.
De la sordera hasta Alemania
Germán Gedovius nació en la Ciudad de México en el año de 1867 y aunque algunos biógrafos discuten sobre su lugar de nacimiento, debido a que su familia se trasladó en ese año a San Luis Potosí porque eran comerciantes, en este texto se acodará que, como lo mencionan la mayoría de sus estudiosos, nació en la capital del país.
A los pocos años de edad, los padres de Germán se percataron que era sordomudo y, aunque le brindaron la mejor atención médica que pudieron, le enseñaron a leer los labios para que pudiera entender a las personas de su alrededor, pero Germán optó por comunicarse mediante dibujos y, con ello, sus familiares se percataron de sus habilidades. Conforme iba creciendo, Germán formó parte del negocio familiar por deseo de su padre, aunque su verdadera pasión era el dibujo y la pintura, por lo que solía escaparse para ver a los estudios de pintura locales y cómo trabajaban, lo cual motivó a Germán a hacer sus primeras pinturas de manera autodidacta.
Se comenta que uno de los clientes de la familia, de origen alemán, al ver las pinturas de Germán alentó a sus padres para que le brindaran una educación formal en Alemania donde también podrían buscar una cura para el problema congénito de su hijo. El viaje no se llevó a cabo, pero sí buscaron maestros de pintura que orientaran a Germán profesionalmente, lo cual, aunado a sus dotes innatos evidenció rápidamente sus cualidades artísticas[1].
Con sólo 16 años de edad, en 1882, Germán Gedovius fue enviado a la Ciudad de México para continuar con su educación formal en la Academia de San Carlos donde contó con profesores de la talla de José Salomé Pina, pero al poco tiempo se trasladó a Alemania donde se matriculó en la Academia de Bellas de Munich; ahí también estudiaron artistas como Giorgio de Chirico y Vasilli V. Kandinsky, para continuar con sus estudios profesionales. En esa misma ciudad, recibió atención médica especializada en sordera y, con el paso del tiempo, aprendió a hablar, aunque con dificultades, y recuperó parcialmente la audición[2].
Durante su estancia en Alemania, Gedovius estuvo en contacto con diferentes formas de pensamiento, así como con las diversas corrientes artísticas que predominaban en la época durante el último cuarto del siglo XIX: Costumbrismo, Naturalismo, Realismo, Romanticismo, entre otras, y sin dejar de lado la fuerte influencia que obtuvo por parte de la tradición pictórica barroca, alemana, holandesa y flamenca, lo cual se ve evidenciado en su Autorretrato donde aparece como un caballero flamenco del siglo XVI, con lo cual hace referencia directa a las obras de Rembrandt.
De vuelta en la patria
Tras una larga estancia en Europa, en 1893 regresó a México para establecerse y buscar trabajo como docente, pero antes de eso, participó en algunas exposiciones como la XXIII Exposición de la Academia de San Carlos de 1898[3] donde dio a conocer su fructífera obra, así como todo lo que aprendió en su estancia en Alemania. Dicha exposición le brindó la oportunidad de que en 1903 se le otorgara una cátedra especial en la Escuela Nacional de Bellas Artes donde impartiría la clase de pintura de claroscuro gracias a que en su estancia en Alemania aprendió a la perfección la técnica. En dicha materia tuvo como alumnos a varios de los futuros artistas mexicanos del siglo XX como Francisco Goitia y Diego Rivera.
Para 1910, en el marco de la celebración del centenario de la Independencia de México, el presidente Porfirio Díaz dio autorización para que la conmemoración fuera en grande, por lo que Germán volvió a participar en una gran exposición organizada por el célebre pintor Dr. Atl, pero con la Revolución Mexicana las escuelas de arte cerraron sus puerta, sin embargo ello no impidió que continuaran los preparativos para la exposición periódica que la Academia de San Carlos tenía proyectada para 1914, así como su participación en el salón Bach en 1917.[4]
Asimismo, Germán continuó impartiendo clases de manera externa desde su casa ubicada en la colonia Roma, donde principalmente instruía a señoritas que pertenecían a buenas familias de clase alta. Tal fue el caso de su alumna más destacada Pilar Calvo, de la que se pueden observar sus obras hoy en día en el Museo Nacional de San Carlos.
La transición de su obra
A su regreso al país, la producción artística de Germán se encontraba fuertemente imbuida por el estilo artístico europeo, que adquirió durante su formación, el cual logró insertarse en la corriente latinoamericana del Modernismo, por lo que su estilo predominantemente romántico y realista con tintes clásicos alemanes se influenció por el de sus colegas mexicanos como Julio Ruelas con quien entabló una buena amistad, la cual le permitió participar activamente como dibujante en la Revista Moderna y así dar a conocer su trabajo lejos de las galerías y exposiciones.
Como se ha mencionado, las obras de Germán son el claro ejemplo de la educación formal europea donde los referentes culturales son completamente diferentes a los que se tienen en México, así como su gran capacidad de adaptación e implementación de los tópicos nacionales de la época, es decir, los temas relacionados con el indigenismo e hispanismo. Muestra de ello es la obra llamada Tehuana en el que se aprecia a una mujer de rasgos indígenas que abraza (muy probablemente amamanta) a un bebé con vestimenta occidental que reposa en sus brazos.
Dentro de la basta producción que tuvo Gedovius, se mencionará una de sus obras más conocidas y reproducidas: Desnudo Barroco (1920), obra en la que se retoma uno de los tópicos clásicos por excelencia, la representación de Venus. En esta obra se observa a una bella y joven mujer desnuda recostada sobre su costado izquierdo en un diván estilo Nouveau mientras sostiene una tela transparente tipo organza, la cual rodea y cubre sensualmente su cuerpo y cara. En la pintura, se aprecia no sólo la exquisitez del montaje y selección de color, también el foco central: el manejo sutil del trapeado de la tela, pues la manera en la que cubre el dorso, brazo y rostro es impactante, al igual que permitir que el espectador observe los ojos penetrantes de la joven a través de ella.
Otras obras en las que también se puede observar el trabajo clásico de Germán son Amapolas, Cabeza de viejo, Retrato de la señora Rondero, Tarde de verano y Autorretrato (1907), por mencionar algunas. En todas ellas, además de los rasgos clásicos que tanto se han mencionado, también se aprecia un toque de teatralidad en la forma que representa a los personajes de sus obras, ya sean por las poses que adopta en los retratos o la manera que intenta captar la luz en las Amapolas.
Como se pudo apreciar a lo largo del texto, la obra vida y obra de Germán contó con altas y bajas, sobre todo al final de su vida, pues los últimos días de Germán Gedovius Huerta fueron solitarios y prácticamente en la pobreza, muy lejanos a aquellos días en los que gozaba de compañía, atención y toda la parafernalia característica de los artistas de la época. Germán falleció en su propiedad de la colonia Roma en 1937.
[1] Tomado de https://www.latinamericanart.com/es/artista/german-gedovius/
[2] Tomado de https://inba.gob.mx/prensa/7345/los-mundos-de-german-gedoviusen-el-museo-nacional-de-san-carlos
[3] Ibíd
[4] Ibíd
Referencias
https://museoblaisten.com/artista.php?id=189&url=German-Gedovius
https://inba.gob.mx/prensa/7345/los-mundos-de-german-gedoviusen-el-museo-nacional-de-san-carlos
https://www.latinamericanart.com/es/artista/german-gedovius/
https://ivansanchezcyd2.wordpress.com/german-gedovius/
Narradora de Historias. Amante del arte: café, cine, comida y música.