La pintura de Velasco vive en una reserva inmóvil, que no pertenece al abandono sino al equilibrio, a esa pausa en la que todo cesa y se detiene brevemente, antes de transformarse en otra cosa.
Octavio Paz
A través del tiempo, la Ciudad de México se ha distinguido por tener paisajes icónicos. Cómo olvidar las recreaciones que se han hecho de la cuenca del lago de Texcoco a la llegada de los mexicas o las hermosas vistas que se hicieron durante el virreinato sobre la Plaza Mayor y el Parían. Y qué decir de las preciosas vistas del Valle de México y del Anáhuac de las cartas de visita de principios de siglo XIX, elaboradas por los pintores viajeros y las posteriores tomas capturadas con los primeros daguerrotipos a mediados del mismo siglo.
De esta manera, la Ciudad de México ha sido protagonista de varias representaciones, las cuales han dejado evidencia de la evolución de la urbe. En este tenor, resulta importante hablar de José María Velasco, uno de los máximos exponentes del paisajismo pictórico en México que retrató no sólo a la ciudad, sino al valle completo y diferentes puntos del país mediante vívidas pinturas que al menos una vez hemos visto la mayoría de los mexicanos y extranjeros.
José María Tranquilino Francisco de Jesús Velasco y Gómez-Obregón, nombre completo con el que fue bautizado, nació en el poblado de Temascalcingo, Estado de México, el 6 de julio de 1840. Para 1849, su familia se trasladó a la Ciudad de México en búsqueda de una mejor vida, sin embargo, pocos meses después de su arribo, la metrópoli tuvo una de las epidemias de cólera más intensas del siglo XIX en la que falleció don Felipe, padre de José María Velasco.
A la muerte de éste, José María se dedicó a la venta de ropa y rebozos mientras cursaba sus estudios básicos en el Colegio Lancasteriano de Santa Catarina Mártir donde se denotaron sus aptitudes por el dibujo y la pintura, cualidades que le permitieron su futuro ingreso a la ya prestigiosa Academia de Bellas Artes de San Carlos.
Es importante señalar que, a diferencia de otros artistas destacados del siglo XIX que estudiaron en San Carlos, José María Velasco no contaba con las comodidades de ser miembro de la clase media de la época; si bien, no era pobre, tampoco tenía el suficiente dinero que se requería para matricularse en la academia, por lo que su ingreso se debió a una beca que ganó en un concurso y el apoyo del señor Luis Ponce de León[1], sin embargo, sus primeros años fueron complicados, pues al ser el proveedor de su familia, tenía que trabajar durante el día y tomar las clases de arte por la noche con nada más y nada menos que Pelegrín Clavé y José Salomé Pina.
Durante su estancia en la Academia de Bellas Artes de San Carlos, José María Velasco estuvo bajo la tutela del renombrado pintor italiano, Eugenio Landesio, quien impartía la clase de Perspectiva y Paisaje, moldeó y encaminó la formación de Velasco tanto en el dibujo como en el óleo. De esa manera fue que José María pudo desarrollar la temática que lo inmortalizaría: el paisaje.
Con el paso de los años, José María Velasco se convirtió en uno de los académicos más renombrados de San Carlos gracias a su trabajo, pues logró realizar capturas icónicas del Valle de México, muchas de ellas son muy famosas debido a que con los años se tomaron como referencia de cómo se debió ver el México del siglo XIX. Asimismo, tuvo la oportunidad de participar en la formación de varios de los más reconocidos artistas del siglo XX como Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros[2].
La carrera profesional de José María Velasco fue muy exitosa, pues se calcula que su obra abarca alrededor de 300 cuadros además de dibujos y bocetos entre los que se encuentran La Plaza de San Jacinto en San Ángel, Las montañas de la Magdalena, El Bosque de Jalapa, El cedro de Chimalistac, El Ahuehuete de Chapultepec, La Plaza de San Jacinto en San Ángel, Las montañas de la Magdalena, El Bosque de Jalapa, El cedro de Chimalistac y El Ahuehuete de Chapultepec.
Los últimos años de José María Velasco fueron tranquilos ya que, para 1902 había sufrido un ataque al corazón y en 1905 dejó de manera definitiva su cátedra en San Carlos, mas no su producción artística, aunque sí disminuyó considerablemente. Sin embargo, sus problemas cardiacos continuaron hasta que el 26 de agosto de 1912 falleció debido a complicaciones con su angina de pecho.[3]
Pinceladas en el aire
Como se mencionó, las circunstancias económicas de José María Velasco eran complicadas y, tras tomar una preparación de clases nocturnas, en 1860 participó en un concurso de pintura para obtener una pensión completa en la Academia de Bellas Artes de San Carlos realizada por el Director general, Santiago Rebull, la cual ganó.
A partir de ese momento, Velasco se comprometió con su labor y comenzó sus estudios de anatomía, botánica y geografía además de las clases correspondientes a su carrera, ya que con ellas complementó la visión que tenía del paisaje.
Para ese momento, en la Academia de Bellas Artes de San Carlos los estilos o temáticas que predominaban en las representaciones eran las de índole histórica, religiosas y mitológica, sin embargo, José María Velasco no se sintió atraído por ellas, pues consideraba que no se encaminaría a nada que no pudiera entender y expresar, motivo por el cual el paisaje se convertiría en su línea de trabajo. Con ello, colocó al paisajismo, que era considerado como un género pictórico menor o complementario de otros géneros, como uno de los protagonistas del último tercio del XIX.
La pasión y profesionalismo que José María Velasco le imprimió a la representación de paisajes hizo que, rápidamente, superara a su mentor, Eugenio Landesio, lo cual derivó en que, en primera instancia, lograra obtener la titularidad de la cátedra de Perspectiva en la Academia de San Carlos, la que desempeñó durante 44 años y, en segundo lugar, se le reconociera como un pintor ejemplar no sólo en México sino en el extranjero, pues fue seleccionado en repetidas ocasiones para representar al país en las Exposiciones Internacionales de Francia y Estados Unidos.
Dentro de los reconocimientos que recibió Velasco se encuentran la medalla de oro de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de 1874 y 1876, la medalla de la Exposición Internacional de Filadelfia de 1876, el Premio de la Academia Nacional de México en 1878, la medalla de la Exposición Universal de París de 1889, en la cual fue representante de la delegación mexicana, la medalla de oro del Centenario de Colón en Madrid, España en 1893 y la medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes de Puebla en 1900[4].
Algunos estudios mencionan que José María Velasco fue el mexicano mayormente galardonado de su época, pues a los premios ya mencionados se le suman la condecoración de Caballero de la Legión de Honor que le dio el gobierno francés por haber participado en la Exposición Universal de París con más de 60 piezas, mientras que el gobierno austriaco le dio la medalla de la Orden de Francisco Rose.
Más que nubes
Resulta interesante que cuando se habla de José María Velasco sólo se haga referencia a sus pinturas de paisaje y no es que no merezcan ser recordadas, sin embargo, Velasco fue uno de los pocos pintores decimonónicos mexicanos que se diversificó por completo, pues no sólo se dedicó a realizar pinturas al óleo de gran formato, sino también incursionó en la elaboración de litografías para revistas científicas.
En ese tenor, gracias a los arduos estudios de José María Velasco en botánica y geografía, su trabajo también fue apreciado entre las sociedades científicas de la época ya que consideraban que las representaciones que hacía eran completas y detalladas. Por tal motivo, se le invitó a participar como ilustrador especializado en algunas de las publicaciones, como lo fue en la revista La Flora del Valle de México, una publicación dedicada a la botánica del territorio. Asimismo, sus dibujos de plantas y aves fueron solicitados por la revista La Naturaleza, la cual pertenecía a la Sociedad de Historia Natural, de la cual obtuvo el nombramiento de presidente debido a la seriedad de su trabajo.
Tal fue el interés de Velasco por el entorno, que realizó algunas investigaciones ilustradas para el Museo Nacional, institución para la que también trabajó, en la que destacaron sus estudios de plantas y aves, principalmente las variedades de colibríes que había en el Valle de México. De hecho, la primera investigación formal sobre dichas aves en México se le debe a él.
También realizó estudios sobre la metamorfosis completa del ajolote, los cuales incluían ilustraciones de disecciones para explicar su sistema respiratorio, muy al estilo de los estudios darwinianos[5]. En este sentido, es imposible dejar de recordar cuando, en una retrospectiva del trabajo de Velasco, Octavio Paz mencionó que José María era el ejemplo de axolotl ya que logró desempeñarse en diferentes actividades.
A lo largo de esta pequeña reseña de José María Velasco, se pretendió no sólo recordarlo, sino dar a conocer una de sus fases que, tristemente, se soslaya y deja aparte cuando ella permite ver y comprender al artista de las nubes tangibles de algodón y las grandes vistas del Valle de México. José María Velasco podría considerarse como uno de los máximos exponentes de la pintura, la geografía, botánica y zootecnia nacional.
Referencias
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/v/velasco_josemaria.htm
https://vanguardia.com.mx/googlerecuerdaalpaisajistajosemariavelasco-1325005.html
https://www.youtube.com/watch?v=LfXN16nY_nw
https://www.gob.mx/cultura/prensa/jose-maria-velasco-lego-la-creacion-del-espacio-pictorico-mexicano?state=published#.VCgDN1e_7n5
[1] Visto en https://vanguardia.com.mx/googlerecuerdaalpaisajistajosemariavelasco-1325005.html
[2] Visto en https://inba.gob.mx/prensa/12554/los-paisajes-de-jos-eacute-mar-iacutea-velasco-s-iacutembolo-de-la-identidad-nacional-
[3] Visto en https://www.gob.mx/cultura/prensa/jose-maria-velasco-lego-la-creacion-del-espacio-pictorico-mexicano?state=published#.VCgDN1e_7n5
[4] Tomado de https://inba.gob.mx/prensa/12554/los-paisajes-de-jos-eacute-mar-iacutea-velasco-s-iacutembolo-de-la-identidad-nacional-
[5] Visto en https://www.youtube.com/watch?v=LfXN16nY_nw
Narradora de Historias. Amante del arte: café, cine, comida y música.