Henry James, entre el fantasma y la persona
Si bien la literatura de Henry James puede ser considerada como “difícil” por su sintaxis compleja y por la profundidad de sus personajes, lo cierto es que hay en ella una serie interminable de elementos que proponen interesantes análisis que la mantienen vigente.
En el caso del estilo, se han destacado estudios que refieren a las condiciones de producción de su obra y consideran la presencia de un vestigio de oralidad debido a un problema de tartamudeo que lo llevó a expresarse con más detenimiento. Esto se relacionaría también con una mayor complejidad en la construcción de los carácteres de sus personajes, además de la influencia que ejerció en él su hermano, el psicólogo y filósofo William James.
Por otra parte, las especulaciones sobre su vida personal también pretenden explicar el halo de misterio, suspenso y oscuridad presente en su narrativa. Se cree, por ejemplo, que su sexualidad era ambigua según los parámetros de la época, lo cual se suele justificar en los temas poco usuales y comprendidos que trataba. Aunque con este tipo de interpretaciones sea prácticamente imposible trazar análisis serios, la contextualización sociohistórica permite fundamentar otros razonamientos válidos.
Un caso ampliamente discutido es el de Otra vuelta de tuerca, obra en la que se insinúa un abuso sexual, cuestión que nunca llega a expresarse abiertamente y, sin embargo, sobre la cual se edifica una estructura funcional en varios niveles. Por una parte, en el nivel narrativo la ambigüedad y la sugestión ayudan a construir el suspenso, que se reafirma con presencias sobrenaturales y con la focalización interna del personaje de la institutriz.
Por otra parte, las figuras fantasmales pueden explicarse, o bien desde la teoría de lo fantástico, o bien desde la crítica espectral; ninguna menos válida. Con la primera es posible entender los mecanismos narrativos que configuran el suspenso (la técnica de la narración enmarcada o la carencia de nombres, por ejemplo), con la segunda puede llevarse el análisis hacia un estudio de lo simbólico y de lo espectral como contacto con la realidad.
En este sentido, podríamos decir que la insinuación y el punto de vista en Henry James son elementos base de una literatura fantástica que pendula entre una explicación sobrenatural y otra “real” no menos aterradora en cuanto a la temática. De ahí también la importancia de lo simbólico y con ello la posibilidad de múltiples interpretaciones que van desde lo más apegado al texto literario con sus alcances, hasta las más personales o subjetivas que buscan ahondar, como ya vimos, en la vida del autor. Quizás el punto medio podría encontrarse con una teoría como la del espectro en literatura, que si bien puede inclinarse hacia lo extraliterario, lo hace siempre con una justificación textual.
Pero sin importar la explicación que le demos, ninguna terminará en un callejón sin salida, es decir, no será determinante, por lo cual continuaremos especulando sobre una u otra. Investigando sobre el tema me doy cuenta de que por lo menos en el caso de Otra vuelta de tuerca no dejan de desprenderse textos (analíticos, cinematográficos, descriptivos, narratológicos, etc.) en los cuales la discusión sobre qué es eso tan oscuro, aterrador e incluso doloroso, apunta hacia caminos tan diversos y válidos como la experiencia de cada lector.
Finalmente, creo que la genialidad de Henry James radica justamente en ello, en la vigencia de su obra, en ese algo que logra fascinarnos, aterrarnos, intrigarnos y hacernos querer saber por qué. Más allá de si ésta guarda cierta relación con su vida o si en sus letras hay vestigios que echen luz para retratarlo, los textos que nos quedan hablan por sí mismos, como si del fantasma de James se tratara ¡y cuánto tiene aún por decir!
Soy mi propia cicatriz o mi rostro atrapado en las manos, por eso escribo siempre las mismas palabras. Llevo un diario de fuego y espuma, y cuando se acabe el mundo intentaré tocar los cables del cielo.