Los mitos de João Gilberto

Olha que coisa mais linda, mais cheia de graça…

Más de uno hemos escuchado esa canción que sin querer tarareamos o nos sabemos de memoria… Garota de Ipanema es una de las canciones más reconocidas de João Gilberto, una melodía tranquila que mezcla además de la bossa nova, un ritmo de jazz y un saxofón que nos mantiene en un estado relajado.

João Gilberto nació un 10 de junio en la región de Juazeiro en Brasil, aprendió a tocar la guitarra (su instrumento principal) a una edad temprana y casi de forma autodidacta. Al pasar los años se mudó a Río de Janeiro para comenzar una carrera musical, la misma que iría encontrando de forma escalonada debido a su actitud. Su deseo era generar algo nuevo con su fiel instrumento.

A João Gilberto se le llega a nombrar “el padre de la bossa nova” que si bien no es del todo mentira, es necesario mencionar que lo que hizo fue perfeccionar este nuevo género de música. Al momento de surgir la bossa nova, en manos de otros intérpretes, se distinguieron una serie de ritmos como la samba y el jazz, y la mezcla de ambos que generaron un estilo que hasta la fecha nos endulza y relaja el oído. João Gilberto agregaría algo más, la forma de cantar la bossa nova era casi como hablar, “hablar bajito” casi como una especie de susurro que para este cantante no sería más que parte de su intención por crear algo propio.

“Aunque su obra siempre se asocia con el jazz y la modernidad, Gilberto dedicó su vida a rescatar antiguas canciones del repertorio de los años treinta y cuarenta para interpretarlas con su particular estilo, caracterizado por una delicada cadencia vocal y una “batida” de guitarra”. [1]

En esa idea por mostrar una novedad musical, su intención también fue recuperar aquellas canciones que de alguna u otra forma fueron un símbolo para Brasil y que, sin duda, merecían una reinterpretación para el gusto de los escuchas.

La década de los 50 en Río de Janeiro le permitieron a João Gilberto ser escuchado en una serie de teatros y clubs nocturnos, en ese momento la ciudad funcionaba como capital y su talento le permitió ser reconocido lo que a su vez simbolizaba la oportunidad de poder presentarse en distintos sitios.

“Hacia 1957 João Gilberto había conseguido desarrollar una nueva forma de tocar, de cantar y estaba ansioso por mostrársela a todo el mundo”.[2]

Su voluntad le permitió ser escuchado y a su vez ser reconocido por lo novedoso en su forma de tocar y cantar.

El éxito estaba presentándose. En 1958, surgió la oportunidad de grabar un disco de 78 revoluciones por minuto. Los temas elegidos fueron “Bim Bom” y “Chega de saudade”, composición de Antonio Carlos Jobim y Vinícius de Moraes que Gilberto ya conocía. La versión de João Gilberto, sin embargo, resultó tan innovadora y diferente que esta canción se considera la piedra fundacional de su bossa nova. Su disquera Odeon apostaría todo por Gilberto y se permitiría dejarle el camino para que el cantante experimentara y siguiera produciendo música con ellos.

Entre todas las canciones e interpretaciones de João Gilberto, “Desafinado” es una de las más conocidas, todo Brasil se quedó sin palabras. Era una composición inusual en todos los sentidos. La letra hablaba de amor pero apelando a objetos cotidianos y la voz del cantante siempre fue como un susurro. Después de esa osadía, no había marcha atrás. Odeon decidió que en 1959 João Gilberto grabase su primer LP titulado Chega de saudade.

Lo anterior no sería otra cosa más que la puerta de entrada internacional para la bossa nova. Este nuevo fenómeno traspasó las fronteras de Brasil y llegó a Estados Unidos, donde fue recibido con los brazos abiertos por el público y los músicos de jazz.

En esta apertura en Nueva York fue cuando produciría uno de sus discos más populares al lado del saxofonista Stan Getz con quien no tendría una relación tan amable como uno creería. Hubo discordias en un inicio, desacuerdos y rupturas, pero esto no sería un impedimento para que continuaran por algunos años trabajando juntos. En este punto, es cuando se comienza a hablar de un João Gilberto “caprichoso”, complicado y perfeccionista al grado de que si el intérprete no se sentía en el mejor momento podría abandonar sus presentaciones sin regalarles a sus asistentes ni una sola canción.

Más allá de esa interpretación de “Garota de Ipanema”, tan delicada y cálida, que nos hace pensar en una persona amable, se esconden todos esos mitos de los últimos años de Gilberto donde su actitud arisca se interpuso antes de su buen humor. Sus días los pasaba encerrado en su apartamento del barrio de Leblon de Río de Janeiro, en pijama y tocando la guitarra, mientras veía la televisión a la que había quitado el sonido. Cada noche, durante más de tres décadas, pedía comida al restaurante Degrau, a unos cientos de metros de su domicilio, que le era entregada por uno de los camareros del local, que lo recuerda como una persona cariñosa y afable.[3]

Es por eso que mucho se especula sobre los últimos años João Gilberto, alejado y escondido. Sin embargo, algo que también se llegó a decir de él y de lo cual no se discutió, fue de los efectos hipnóticos de sus interpretaciones sobre las personas, además de tener un oído absoluto, una manera de tocar de otro planeta y posibles poderes sensoriales. Aunque lo anterior es más bien una afirmación de alguien que admira a Gilberto, no se puede negar que la música y su voz llegan a tener ese efecto, un efecto propio de la bossa nova.

Por lo anterior es que existe aún una gran tristeza por el final de un intérprete como él, unos últimos años en una especie de cuarentena, alejado de cámaras y escenarios. Tras una década sin conciertos, los problemas financieros y personales de João Gilberto ganaron terreno en los medios de comunicación y eclipsaron la obra maestra de uno de los creadores de la bossa nova.

Una de las últimas noticias que se conoció sobre el compositor fue este año, cuando el tribunal de Río de Janeiro emitió una sentencia favorable al cantante y determinó que Universal devolviera al guitarrista los royalties por la venta de discos que le debía desde 1964, así como daños morales. João Gilberto falleció el 6 de julio del 2019 en Río de Janeiro, sin saber a la fecha la causa del deceso.

[1] Edu Bravo, “Joao Gilberto, el músico que hizo enmudecer a todo Brasil” en Vanity Fair, en https://www.revistavanityfair.es/cultura/entretenimiento/articulos/joao-gilberto-musico-brasil/39229, consultado el 4 de junio de 2021

[2] Ibíd.

[3] Ibíd.

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