Mario Mendoza y los finales del siglo XX
Somos ángeles y demonios al mismo tiempo. No somos una sola persona, sino una contradicción, una complejidad de fuerzas que luchan dentro de nosotros.
Mario Mendoza[1]
Los finales del siglo XX estuvieron marcados por sucesos que transcendieron el accionar sentipensante de los individuos. Un actuar caracterizado por las guerras, las migraciones, los asesinatos, las enfermedades, y, paradójicamente, los movimientos sociales con hilos de esperanza en un mundo tan chambón y jodido, parafraseando a Eduardo Galeano[2].
En medio de esa escenografía, Hispanoamérica ofrece un abanico de voces en el mundo literario que causan importancia y acogida a nivel mundial. Partiendo de que Hispanoamérica posee los géneros líricos, dramáticos y narrativos, que presentan los acontecimientos desde rastros de realidad que esparcen arquetipos.
Es así como Mario Mendoza se convierte en un referente de la literatura Latinoamericana de finales del siglo XX y comienzos del XXI, como el escritor colombiano que ha sido catalogado de pesimista, al que le sumaría una capacidad para asumir la realidad con dardos de pensar y de sentir, que un país como Colombia y el continente latinoamericano están permeados de violencia. Una violencia que, con la segunda mitad del siglo XX y acompañada por el Boom Latinoamericano, varios autores acuden a contar y seguir contándonos lo que ocurre en sus países.
Los hechos representados de una forma contemporánea de la violencia, pero muchas veces las impresiones no se hacen esperar porque varios de esos textos narran las dictaduras sufridas en Hispanoamérica. Unas dictaduras desde las dos caras de la violencia, la primera es la representación de las torturas, los crímenes, y las desapariciones, eventos que realiza el estado frente al pueblo. La segunda es la violencia ejecutada por los movimientos sociales o revolucionarios que muestran una doble fachada, la violencia ejercida ante un proceso de libertad y las imposiciones de sus ideales hasta convertirlo en algo opresivo.
En esa dimensión, se rectifica la idea sabida de que la literatura del siglo XX finaliza en ese campo, dándole la bienvenida a la literatura del siglo XXI, el género negro. Un género que se ha acercado a los lectores como una herramienta de entretenimiento para comprender lo que ocurre a partir de la violencia en la literatura de ficción. Sin embargo, el entretenimiento no siempre es el foco porque ha permitido comprender momentos violentos olvidados.
Aquí conviene detenerse un momento con el fin de que no se olvide que el género o la novela negra no son denuncia social, aunque sus temas aborden conflictos sociales. Según Salinas (2007):
Por eso la novela negra se constituye como una propuesta desde la cual puede contarse lo que afecta e importa en la vida del hombre y del sujeto moderno. P. 4.
Es decir que, no se olvida la apuesta que realizó la novela policial clásica de la denuncia del narcotráfico, de la prostitución, de la corrupción política y la crisis social. Sin dejar de lado que la apuesta de la novela negra está permeada de esos elementos, variando la forma de contar la contemporaneidad con mecanismos periodísticos que trae la crónica de los crímenes, el lenguaje cotidiano y la rudeza discursiva de personajes que evidencian la ansiedad, la depresión, el suicidio, la soledad, el amor y el desamor, actos humanos y deshumanizados.
Lo anterior lleva a las tres características esenciales de la novela negra que son el detective, el asesino y la sociedad, ejes que han acompañado a Colombia desde voces como la de Mario Mendoza. La voz de Mendoza acude a un juego de elementos de la ficción y la realidad desde contextos urbanos donde la ciudad es clave para comprender el comportamiento de los sujetos al reflejar el pasado, el presente y el incierto futuro de esas transformaciones continuas que son realmente los seres humanos.
Por ejemplo, esto se puede evidenciar en su novela Scorpio City (1998), una novela que hace un recorrido por las calles de Bogotá a través de un detective, asesinatos, religiosos de doble moral, habitantes de la calle y esa decadencia de la ciudad que acompaña hasta el día de hoy:
Caminó por la carrera séptima hasta la avenida Jiménez atravesando la Bogotá tradicional ahora inundada de comercios y almacenes, y luego bajó al sector de San Victorino. El olor del mercado, las telas, los corredores internos llenos de baratijas y comerciantes al asecho, todo ese maremágnum de cuerpos y objetos lo reconfortó. P. 10.
Lo que evidencia una vez más que las calles son el reflejo de la historia de los países Iberoamericanos:
Caminó por la carrera séptima hacia el sur. El arte de la noche estaba limpio. Vagos, pordioseros, recicladores con sus carretas de madera y sus perros, locos, proxenetas, maricones en cacería, putas, solitarios, insomnes, alcohólicos, drogadictos: la fama nocturna del centro de la ciudad en plena acción. P.15.
Todos estos sucesos bipolares que presenta la sociedad de Colombia y Latinoamérica reflejan la falta de educación, la estratificación, el desempleo, las oportunidades y las no oportunidades. Es decir, los que poseen y los que no conviven en un continente fragmentado que nos recuerda que no es tan querido el sitio de origen:
Ser bogotano es pertenecer a las cloacas del infierno. Por eso aquí ciudadano es sinónimo de roedor. P. 16.
Todo esto, sumado a los libros que Mario Mendoza ha presentado como Satanás (2002), Cobros de sangre (2004), La importancia de morir a tiempo (2012), Bitácora del naufragio (2021), entre otros, son variados como el género negro que utiliza estrategias para comprender los conflictos que abarcan a Colombia e Hispanoamérica.
Concluyamos, entonces, que la invitación es a leer a Mario Mendoza como un agente de las letras que, entre la ficción y la realidad de capítulos del país, del continente, y la dualidad entre la vida y la muerte, presenta a los hombres y las mujeres que acompañan el siglo XXI.
Referentes bibliográficos
Mendoza, M. (1998). Scorpio City. Bogotá: Editorial Planeta
Salinas, A. (2007). Novela Negra y Memoria en Latinoamérica. Cali: Revista Poligramas. Universidad del Valle.
[1] Es un escritor, catedrático y periodista colombiano.
[2] fue un periodista y escritor uruguayo, considerado uno de los escritores más influyentes de la izquierda latinoamericana.
Licenciada en Humanidades y Lengua Castellana. Especialista en Infancia, Cultura y Desarrollo. Magister en Infancia y Cultura por la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Escritora.