Los hombres, es sabido, no se sienten muy reales. Por ello apelan al arte. Y lo
hacen utilizando los mismos elementos que los convierten en fantasmas: sus
sueños y sus palabras. Ya que sólo el arte termina por darles consistencia, razón
de ser, presencia sobre la tierra.
Juan Gustavo Cobo Borda[1]
La poesía sigue consagrándose como una estrategia a la que acuden grandes y chicos para declamar el sentir y el pensar de los sectores socioculturales. De esta manera, la poesía puede verse como versos de esa dualidad de vida y de muerte, ejes esenciales de los individuos.
Al respecto, Jorge Guillen (1969) tiene unas palabras:
La poesía no requiere ningún lenguaje especial o poético. Ninguna palabra está de antemano excluida; cualquier giro puede configurar una frase. Todo depende del contexto. Sólo importa la situación de cada componente dentro del conjunto, y este valor funcional es decisivo. Belleza no es poesía, aunque sí muchas veces su aliada. P. 195.
Entonces, la poesía nace en contextos que abordan categorías gramaticales como los adjetivos de la belleza, pero no son el centro de esta, puesto que lo esencial son los acontecimientos que ocurren en ella. Suele ser considerada en gran estima, debido a que es una de las artes más antiguas de la historia en presentar los ires y venires de los seres humanos que están permeados de palabras.
El ejemplo más significativo de esto es el escritor mexicano Octavio Paz[2] quien dijo:
La palabra es el hombre mismo. Sin ellas, es inasible. El hombre es un ser de palabras.
Lo anterior quiere decir que las palabras son el universo que refleja el accionar de las personas. Sin embargo, el poeta hace de las palabras o formas de expresión algo singular que cautivan e identifican al lector.
Con este contexto, podemos ubicar la expresiva poesía de Gilda García[3], quien a través de soliloquios o reflexiones profundas intenta descifrar la herencia de su caminar. Con su poemario La heredad de los espejos, la poeta nos sumerge en sucesos personales e introducen el sentimiento trayendo ecos de subjetividad. Y no es mera coincidencia que aparezca un monólogo que presenta figuras literarias como las metáforas y las imágenes, que dan rienda suelta a ese yo poético que se posesiona del espacio verbal y muestra su voz a los lectores como mujer de diferentes escenarios sociales.
Gilda García hace un viaje a la reflexión profunda recordando que sus poemas son un himno a la intimidad del yo, ahí donde los poetas sólo pueden expresarse desde el interior sin dejar de lado los eventos que permean su realidad.
Esto quiere decir que el desarrollo del yo poético y su voz exterior necesitan constantemente de un reconocimiento y la confrontación con sucesos como puede leerse en poemas como “Llamada”, “Hombre descalzo”, entre otros. Aquí un ejemplo:
Escribanía
Ideas de los que vivieron antes
planean hasta pasarse en mis dedos.
Dedos que alguna vez
retozaron entre cabellos de canela.
Recuerdos que han viajado
Por antiguas montañas. P.34.
De cómo el monstruo te carcome
Otra vez la criatura del pasado
me pisa el cuello con sus botas.
Creí haberla dejado muy atrás en el camino,
pero a veces me alcanza
en noches amargas como esta.
abre la bolsa de momentos fatales
y como un encanto,
me envía a uno de ellos. P.37.
Trioskas
A las mujeres de mi vida nos unió el miedo.
Varias generaciones contuvieron la diáspora.
Féretros guardan jirones de piel mestiza,
bocas silenciadas por ojos de otras vecindades,
secretos que se escribieron en el papel neutro. P.43.
Bien pareciera por todo lo anterior que La heredad de los espejos son recorridos que realiza la escritora Gilda García desde estaciones de su vida en complicidad con sus lectores. Sumiéndose en una poesía de cuestionamiento, de inconformidad, de revelación de esas y esos individuos, la autora trae el yo interior al exterior de un universo poético de creación ante una realidad de dolor.
Finalmente, la invitación es a leerla como un referente de los versos circundantes de nuestros días.
Referencias bibliográficos
García, G. (2022). La heredad de los espejos. México. Ediciones Periféricas.
Guillen, J. (1969). Lenguaje y poesía. España. Alianza Editorial
[1] Fue un poeta, periodista y diplomático colombiano.
[2] Fue un poeta, ensayista y diplomático mexicano. Obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1990 y el Premio Cervantes en 1981. Se le considera uno de los más influyentes autores del siglo XX y uno de los más grandes poetas de todos los tiempos.
[3] Maestra en Dirección de Recursos Humanos. Docente y escritora. Cofundadora del colaborativo de escritores Nautas de Letras. Ganadora del concurso literario “Iluminadas” de ciencia ficción organizado por los colectivos de escritoras Especulativas y Las sin sostén. Ha publicado cuentos en El Sol de Bajío, Contraste Político y el Diario de Campeche. También ha divulgado sus textos en diversas revistas digitales. Conductora del programa literario Todo en un punto, auspiciado por TRILCE Radio. Además, en la actualidad es conductora del programa literario Poesía a domicilio por Anaquel Literario.
Licenciada en Humanidades y Lengua Castellana. Especialista en Infancia, Cultura y Desarrollo. Magister en Infancia y Cultura por la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Escritora.