Alejandra Pizarnik y los ecos de los diarios literarios

No escribo más este diario de una manera continuada. Tengo miedo. Todo en mí se desmorona. No quiero luchar, no tengo contra quién luchar. Todo esto es tan viejo, tan cansado. Ojalá pudiera no mentir nunca.

Alejandra Pizarnik[1]

 

Los diarios literarios han sido considerados como una de las expresiones más íntimas, que manifiesta los sucesos personales y cotidianos de los sujetos. A través de la publicación del diario de Amiel[2] y la creación de diferentes obras artísticas, aparece un público que determina su importancia en el género literario. 

Además, es importante señalar que los textos diarísticos originales como los novelísticos o autobiográficos, cuando no han sido publicados conservan la intención comunicativa. Lo que quiere decir que no se debe confundir el destinatario del diario personal con la verdadera naturaleza del texto o escrito. Es decir, que la escritura del diario puede ser muy personal, pero no está solamente enfocada al escritor, sino, en su horizonte textual, siempre hay otros.

Según Andrés Trapiello (1998), es así:  

En principio lo hacemos para nosotros mismos, pero nadie que lleve un diario ha renunciado a que pueda ser leído alguna vez por otro. A veces alguien concreto de quien se habla en sus páginas, suma de todos esos lectores, o mejor, suma de todos esos seres a quien ama de modo secreto mientras se escribe. Si toda la literatura es una declaración de amor, los diarios son una desesperada declaración de amor. Ni siquiera aquellos que han recorrido a sistemas complicados criptográficos como Samuel Assens, autor de unos diarios inéditos de la guerra, ha renunciado a ello. Al contrario, se diría que tras de la criptografía lo que se busca es un lector mucho más agudo y comprometido, alguien en realidad dispuesto a compartir el secreto o si se prefiere alguien al que se pone a prueba. P.28

La respuesta es fácil, los diarios literarios son el reflejo de los hechos socioculturales que acompañan el accionar de los seres humanos. Acciones personales que se consagran en universales porque no son de una sola persona sino de un nosotros.  

En los diarios literarios encontramos al escritor en primera persona, vemos el ego detrás de las máscaras. Cabe señalar que los diarios muestran un taller del alma de los autores. Algunos diarios que han trascendido en la historia de la literatura universal son: el de San Agustín, Petronio, Abelardo, Rousseau, Proust, Anaìs Nin, Cesar Pavese, Fernando Pessoa, etc.

En esa misma línea, una de las escritoras más importantes de la literatura del siglo XX, Alejandra Pizarnik, utilizó el diario literario para manifestar sus emociones y pensamientos frente a los acontecimientos de la vida que no le causaron encanto y finalmente, terminan llevándola al suicidio. A continuación, se presentan algunos fragmentos de ese diario:

Diario (1960-1961)

1 de noviembre

Falta mi vida, falto a mi vida, me fui con ese rostro que no encuentro, que no recuerdo.

18 de diciembre

Noche crucial. Noche en su noche. Mi noche. Mi importancia. Mi misma. La asfixiada ama, la ausencia del aire. Memoria de una náufraga. Sueños de una náufraga. Que puede soñar una náufraga sino acaricia las arenas de las orillas.

21 de diciembre

Anoche tomé agua hasta las tres de la madrugada. Estaba un poco ebria y lloraba. Me pedía agua a mí como si yo fuera mi madre. Yo me daba de beber con asco.

23 de diciembre

El bosque estaba oscuro. Por eso las hojas suspendidas de la rama amenazaban con un color negro, no verde. “Es mentira todo, pensé, hasta lo que me decían del color de las hojas.” Tenía tanto miedo que no sabía si avanzaba o retrocedía.

24 de diciembre

Desperté viéndome como un cuerpo sin piel, una llaga. P.100 

El diario de Alejandra Pizarnik es el reflejo de sus pensamientos y sentimientos frente a su vida. Una vida que no sólo le pertenece a ella, porque muchos de los individuos del posmodernismo se han identificado con esos sentires y saberes de desencanto, de nostalgia, de melancolía, de desamor y cansancio frente a la vida.

La invitación es a leer y crear diarios literarios como abanicos o arcoíris que evidencian capítulos de la vida, haciendo de las personas críticas y propositivas frente a los eventos socioculturales. O en palabras de la escritora Anais Nin[3]:

En lugar de escribir una novela, me tiendo con una pluma, este cuaderno y sueño… El sueño es mi verdadera vida. Veo en él los ecos que me devuelven las únicas transfiguraciones que conservan lo maravilloso en toda su pureza. Fuera, toda la magia se pierde. Fuera, la vida revela sus imperfecciones.   

                                                                               

Referencias bibliográficas

Bolaños, C. S.; Cadavid, M. J. H; Martínez, L. J. y Sánchez, L.C. F. (1996). Lengua Castellana 11. Bogotá: Grupo Editorial Norma Educativa S.A.

Pizarnik, A. (1989). Poemas. Medellín: Endymiòn.

Trapiello, A. (1998). El escritor de diarios. Madrid: Península 

[1]  Escritora y poetisa surrealista argentina, autora de «Árbol de Diana» (1962), «Extracción de la piedra de locura» (1968) y «El infierno musical» (1971).

[2] Henri F. Amiel fue un filósofo, moralista y escritor suizo, autor de un célebre Diario íntimo. Considerado por varios expertos como el primer diarista de la historia de la literatura.

[3] Escritora y ensayista francesa, autora de «La casa del incesto» (1936), «Delta de Venus» (1978), «Henry y June» (1986) y sus «Diarios» (1931-1974).

Déjanos tu comentario
Tags:

Tal vez pueda interesarte...