El neologismo: construyendo un lenguaje
Las sociedades modernas se encuentran en una constante evolución, pues al tener mayor interacción con otros países, las realidades se amplían y crean significados, lo que conlleva a tener más conocimientos y que, en ciertas ocasiones, las palabras en nuestra lengua no alcancen a expresar los matices de las ideas que queremos comunicar.
Aunado a lo anterior, la lengua tiene una cualidad llamada economía lingüística,[1] la cual se refiere a que con poco podemos expresar mucho, lo cual hace más completo el acto del habla.
Por lo anterior, y también gracias a la globalización, las lenguas se nutren de otras. Esto no es una sorpresa, ya que el español surge de la romanización, lo que significa que muchas palabras de nuestra lengua provienen de diversas lenguas, las cuales enriquecer no sólo en vocabulario, sino en visión de mundo.
Préstame tu pensamiento: el extranjerismo como neologismo
Carlos López, autor de Redacción en movimiento, explica que muchas de las palabras que adquirimos en el proceso mencionado se dan por lo que se conoce como préstamos lingüísticos, los cuales tienen su origen en diecisiete lenguas como el inglés, francés, holandés, maya, quechua, italiano, etcétera. En los casos anteriores, las palabras pueden introducirse de forma directa o tener adaptaciones a la lengua.
Un ejemplo de lo anterior se ve reflejado con la fuerte influencia que se tiene en la actualidad en cuanto al tema computacional y digital, pues se produjo una gran ola de términos nuevos en nuestra lengua por la necesidad de expresar el nuevo mundo. Palabras como gigabytes o messenger se nos presentaron para llenar nuestro aparente vacío lingüístico e incluso hubo algunas palabras que, por sí solas, tenían la explicación en su lengua original, tal es el caso de “tweet”, que es la onomatopeya inglesa del sonido que hacen los pájaros.
El extranjerismo es un tipo de préstamo lingüístico del cual se ha nutrido nuestro español. La doctora Ana María Cardero, pionera en estudios de lexicología y neología, lo define como: “[…] una forma lingüística en otro idioma que viene a cubrir un nuevo léxico y significado”.[2] La forma más común de extranjerismos en el español es el anglicismo, que es el o los términos tomados del inglés. Entre ellos se distinguen dos tipos: los adaptados y los no adaptados:
Adaptados | No adaptados |
Son los casos en los que se castellaniza el término, ya que se va a adecuar a los prefijos y sufijos de nuestro idioma. | Los términos se toman tal cual del idioma original, es decir, no existen modificaciones en él. |
Ejemplos | Ejemplos |
Flashear | Baby |
Wasapear | ok |
Como podemos ver en la tabla anterior, los términos adaptados se adecúan con la terminación -ear, y en los no adaptados los términos se conservan sin un cambio mayor, aunque en algunos casos, como baby u ok, el anglicismo no es necesario, pues tienen su equivalente en español. En otros casos, como en el término flash, se nos muestra un poco de la cultura inglesa a la cual nos adaptamos (y adoptamos) a través del significado de la palabra o al adentrarnos al mundo digital que los hablantes de inglés crearon con los mensajes instantáneos, por ejemplo, y para ello usamos wasapear.
Combinación de letras y pensamientos: la morfología
Esto no quiere decir que únicamente el lenguaje se complemente de otras lenguas. El español puede crear estos términos a partir de sus propios referentes culturales y sociales. Esto es importante pues de ahí proviene la construcción del lenguaje, del visualizar, de ver qué hay de nuevo a nuestro alrededor y cómo generar el vocabulario.
En español, por ejemplo, la creación y la adaptación de palabras se lo debemos, en gran parte, a los prefijos y sufijos, pues estas pequeñas partículas pueden modificar la categoría gramatical o dar una intención diferente a una palabra. Si el elemento está al inicio de la palabra es un prefijo, y si se encuentra después lo conocemos como sufijo (para ahondar en el tema, sugiero al lector consultar textos sobre morfología).
Un ejemplo claro de cómo se producen algunos neologismos en el español es a partir de un elemento sustantivo para crear un neologismo derivado, el cual modifica su categoría gramatical en verbo, tal como «cantinflear», que surge del nombre Cantinflas y se refiere a la acción de hablar mucho sin expresar nada concreto. Recientemente, podemos encontrar palabras como «perrear», término que surge de perro y es una metáfora de la reproducción sexual de dicho animal, ya que el baile es la representación de ello. Por último, podríamos mencionar el término «cruzazulear», el cual se refiere a la acción de estar próximo a conseguir algo y no conseguirlo; el origen de esta palabra viene de la verbalización del nombre del equipo Cruz Azul, el cual ha perdido partidos importantes en los últimos años.
Esto es importante porque podemos notar su aplicación en nuestra lengua, y cómo es que dentro de nuestra sociedad funcionan estos mecanismos que nos permiten construir nuestra identidad social e histórica.
¿Acortando la lengua?
Otros casos importantes en el neologismo son los acrónimos, la siglación y las abreviaturas, ya que términos como la siglación CDMX de Ciudad de México, permiten una concepción nueva del idioma y una economía lingüística para su realización.
Este texto es una breve descripción y exposición de cómo es que se conforman los neologismos. Aún hay mucho que decir de ellos, y al surgir casi de la mano de la lexicografía (una disciplina muy joven), este texto pretende ser una pequeña muestra de sus alcances y construcciones.
Es importante rescatar que el neologismo tiene por función, en un primer momento, designar un conocimiento nuevo en el mundo, cubrir los espacios léxicos con términos que puedan cubrir ciertas necesidades de nuestro lenguaje, así como, en la cuestión de los acrónimos, buscar la economía lingüística y con poco poder expresar una gran cantidad de ideas que, de cierto modo, permitan complementar nuestra lengua (y nuestra visión de mundo).
[1] Martinet, André, Economía de los Cambios Fonéticos, 1955
[2] Cardero, Ana María, El neologismo en la cinematografía mexicana, 2014