De granadas y estallidos o de cómo la incredulidad brinda libertad

Deja que todo te suceda, la belleza y el terror.
Sólo sigue adelante, ningún sentimiento es final.

– Rainer María Rilke

 

La poesía es un vehículo que muchas veces nos salva de desastres, nos consuela. Al menos, el poema que acompaña este texto y que culmina Jojo Rabbit es la síntesis de que todo, por muy difícil que sea, concluye. Sumado a lo anterior, no hay sensación más gratificante que escuchar “Heroes” de David Bowie (en su versión alemana), al final de la película porque armoniza, de manera sutil, lo que fue la trama por casi dos horas.

La historia de la Segunda Guerra Mundial es, probablemente, una de las épocas más estudiadas. En algunos casos, se ha procurado mostrar el impacto político y cultural que tuvo dicho suceso y de las situaciones que desgraciadamente vemos vigentes en nuestra época. ¿En qué pensamos cuándo hablamos de este acontecimiento? ¿Qué imágenes se nos plasman cuando hablamos de ella? ¿Quiénes son las figuras de ese momento? Es la configuración de nuestra memoria la que permite generar un escenario de ese momento de la humanidad.

Jojo Rabbit (2019) nos muestra cómo se valida la memoria de Johannes Betzler (Roman Griffin Davis), un niño de 10 años que se entiende a sí mismo como un nazi. Lo curioso de esta película es que uno desatiende todas estas características por el modo en que inicia, con el carácter infantil y despreocupado de un niño que se prepara para un campamento de las Juventudes Hitlerianas.

En este momento nadie identifica que, en efecto, es un niño con una ideología fascista cuyo interés radica en matar judíos. Así de cruda y despreocupada es la sátira que Taika Waititi presenta al momento de mostrar al protagonista. De igual forma, no se toma mayor partido por una representación caricaturesca de Adolfo Hitler como el amigo imaginario de Jojo, pues todo al inicio tiene esta sintonía infantil que lo dejamos pasar por alto.

La película está repleta de estereotipos y eso permite que sea fácil identificar a “todos los bandos”. Al ser tan visibles, uno termina sólo por ver cómo se representan a los grupos por el concepto, pero en ningún momento atendemos la forma ni discutimos sobre ella. En este caso, el grupo de nazis es una ridiculización de lo que conocemos de ellos: gente que se cree superior y cuyo fin es servir a los ideales del Reich.

Por supuesto, aún entre todo lo divertido que puede mostrarse de esta historia, se asoman los hechos que están detrás de estas caricaturas. La obra de Waititi no es más que la muestra de cómo las ideologías son capaces de deshumanizar al otro y, aunque no se quiera caer en un lugar común, su obra posee un mensaje que puede aplicarse hoy en día. Es una historia inteligente cuyo móvil es Jojo porque, claro, no hay nada más influenciable que un niño para demostrar que es posible manipular por medio de los discursos, pero también existe esa perspectiva donde uno puede enfrentarse a la desilusión del desmoronamiento de los ideales cuando se les cuestiona.

En la historia, Jojo se enfrenta a la incredulidad de sus ideales por hechos determinantes en su vida; el primero, descubrir que su madre Rosie (Scarlett Johansson) esconde a una joven judía de nombre Elsa (Thomasin McKenzie) entre las paredes de su casa. El encuentro con Elsa se convierte en una desilusión para el niño, pero después esta relación nos dejará ver que cuando se entiende a quién es distinto a nosotros, tenemos la posibilidad de replantear nuestros juicios. El segundo hecho es la derrota política de su madre, cuyo desenlace lo entendemos en el momento en que aparecen sus zapatos rojos ante los ojos de Jojo. En este punto, se quiebra la película.

Es aquí cuando aparece un sentimiento de orfandad que abraza el entorno. La misma sensación se siente cuando casi al final de la película, Yorki (Archie Yates) -el segundo mejor amigo de Jojo-, le platica en medio del desastre que Hitler se dio un tiro y que, al parecer, hubo muchas cosas que no les dijo. En ese punto toda la escena se nubla, pues Jojo perdió figuras que lo alentaban y, así como él, todos los vecinos alemanes se ven desahuciados ante el suicidio de Hitler que los ha dejado solos ante la inminente toma de Berlín por parte de los distintos ejércitos aliados. Estos hechos, más allá de la derrota, le muestran a Jojo la posibilidad de la libertad.

Es necesario hacer un hincapié aquí, si bien es cierto que este filme muestra cómo Jojo es un niño influenciado por la máxima figura del régimen nazi, esto no justifica ninguno de los hechos ocurridos durante el desarrollo de la segunda guerra. Lo valioso de este hecho que puede parecer desapercibido, más bien da pauta para pensar en el poder que tiene el trabajo de Waititi con Jojo Rabbit para ignorar los estereotipos y atender a los derrotados de la segunda guerra mundial. Sin embargo, me parece que más que sentir empatía por los nazis, es un sentimiento de lástima por quienes creen en el patriotismo como un arma unificadora, pues el final es la muestra de cómo la fe ciega en un sentimiento nacionalista sólo se vuelve un efecto extremista que lleva al derrumbe social.

Las ideologías fascistas y autoritarias son tan potentes y peligrosas que se transformaron en parte de una herencia ideológica que muchos alemanes obtuvieron. Éste es un claro ejemplo de cómo las imposiciones pueden determinar las creencias de las personas, pues pareciera que no tuvieron otra perspectiva más que la anterior. Un hecho que vemos en las sociedades actuales, racistas, homofóbicas, xenófobas, que difícilmente logran disociar sus prejuicios de la vida real.

Lo anterior estalla al final de la película cuando no hay vuelta atrás y se celebra entonces la liberación de Alemania. Entre todo esto, existe entonces un poco de color cuando, a pesar de sus deseos, Jojo debe darle la noticia a Elsa. Para este momento, Jojo ha roto toda relación con su amigo imaginario a quién decide echar de su cuarto, mostrando así su capacidad para reconsiderar sus posturas.

El final de Jojo Rabbit es una celebración de la libertad, pues no existe nada más en ese momento que el disfrute que puede simbolizar el término de una época difícil. Una vez en la calle, Elsa baila para encarnar su recién adquirida libertad junto con Jojo que también fue liberado de sí.

Bailar es un escape.

 

https://www.youtube.com/watch?v=9LMCzMHq9aE

Jojo Rabbit (2019)
Dirección y guión: Taika Waititi
País: Estados Unidos
Fotografía: Mihai Malaimare Jr.
Duración: 108 minutos

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