Dentro del teatro español existen dos representantes que marcaron un antes y un después en las comedias, me refiero a Lope de Vega y a Tirso de Molina, los cuales comparten uno de los recursos dramáticos más efectivos para este género: la utilización de la mujer vestida de varón, o como le llaman los estudiosos: la mujer-varón. Por un lado, tenemos al personaje de Doña Juana en Don Gil de las Calzas Verdes de Tirso de Molina, y por otro, a Belisa de Las Bizarrías de Belisa de Lope de Vega. Según la clasificación de comedias de Wardropper, el género al que pertenecerían es al de capa y espada, el cual se desarrolla en un ambiente burgués y urbano, donde el amor y los intereses predominan, y el mundo de las mujeres triunfa sobre los hombres.
Las tramas de las comedias de capa y espada reflejarían la confusión del mundo, en el que el hombre es víctima de su insuficiencia moral: a pesar de su desarrollo cómico, tienden hacia una solución trágica, y son en fin, comedias de esencia trágica […]
Tal como pasa con Doña Juana que para hacer más enredos se hace pasar por muerta y acusan a Don Martín; además no hay que olvidar que esta confusión del mundo la podemos interpretar como la concepción del mundo al revés en el barroco.
Por otro lado, el vestirse como varón va más allá de una simple representación cómica, puesto que la aparición de dicho personaje causa mayor atención en el público y se vuelve parte esencial de las técnicas dramáticas y, como señala Emilio Orozco:
Aunque el recurso de vestirse de hombre sea utilizado por la mujer esencialmente para conseguir sin obstáculos dar buen término con ingenio a sus propósitos amorosos, también se acude a él […] para reparar por sí misma la ofensa a su honor, y hacer que cumpla el caballero la promesa de casamiento […]
En Don Gil el amor será quien justifique las acciones de la dama, por ello Doña Juana toma la decisión de vestirse como hombre para defender su honor, justificándose por el desprecio de quien fuera su amante. El disfraz es el recurso utilizado para conseguir su propósito y el medio para facilitar la construcción de la mayor parte del nudo.
Por lo tanto, este nudo se va formando por la acumulación de obstáculos que va construyendo el personaje de la mujer-varón y que da lugar a los enredos y al alargamiento de la solución. Parte fundamental del desarrollo de la obra son estos enredos que aparecen continuamente por el personaje de la mujer-varón, pues la velocidad con que pasan los sucesos es debido a los cambios de personalidad, recordemos a Doña Juana interpretando también a Don Gil y a Doña Elvira. Conocemos el motivo principal del disfraz, el amor o, en el caso de Doña Juana, el amor despechado, la venganza y hasta la necesidad de reparar sus males.
Hay quienes pensaban que este tipo de representaciones eran inmorales y que no enseñaban nada bueno, pero el hecho de representar a la mujer con dotes de hombre, no sólo para ponerlas al mismo nivel, es una forma de exaltar su grandeza y, dicho sea de paso, las habilidades que la mujer puede desarrollar. Dentro del travestismo de la época y del género, también podemos encontrar la contraparte, es decir, a los hombres vestidos de mujeres en obras similares.
El que personajes como Belisa y Doña Juana sean ariscas y de fuerte condición, marimachos incontrolables, rebeldes y con vocación guerrera, nacidas bajo el recuerdo de las amazonas y las creaciones italianas, sobre pasan en crueldad y en salvajismo a sus modelos. Quizá porque ellas persiguen no sólo fines de conquista como guerreras, sino que buscan otras cosas como el amor, la honra y, por qué no, hasta divertirse.
Finalmente, no puedo afirmar que la continua aparición de la mujer-varón en el teatro español del siglo de oro sea parte de un tópico como lo es el amor cortés en la Edad Media, pero suponemos que por su gran relevancia es parte importante de la época, quizá se deba a su popularidad o a una tradición, pero podemos considerarlo un recurso necesario para este tipo de comedias.
Aquí les adjunto los textos, pero si tienen la oportunidad de ver la puesta en escena que continuamente montan en casas de cultura, no duden en asistir.
Texto por Angélica Escobedo
Fuentes
Arellano, Ignacio. Historia del teatro español del siglo XVII. Edit. Cátedra. Madrid. 2002. 765pp.
Bravo-Villasante, Carmen. La mujer vestida de hombre en el teatro español (siglos XVI-XVII). Edit. Revista de occidente. Madrid. 1955. 238pp.
Eiroa, Sofía. Estudios de teatro del siglo de oro: técnicas dramáticas de Tirso de Molina. Edit. Universidad de Murcia. España. 2002. 209pp.
González, Lola. La mujer vestida de hombre. Aproximación a una revisión del tópico a la luz de la práctica escénica
Orozco, Díaz, Emilio. El teatro y la teatralidad del barroco. Edit. Planeta. Barcelona. 1969. 244pp.