En agosto nos vemos de Gabriel García Márquez: El hijo de Aracataca sigue presente

Has dicho que escribir es un placer. También has dicho que es un sufrimiento. ¿En qué quedamos? Las dos cosas son ciertas. Cuando estaba comenzando, cuando estaba descubriendo el oficio, era un acto alborozado, casi irresponsable. En aquella época, recuerdo, después de que terminaba mi trabajo en el periódico, hacia las dos o tres de la madrugada, era capaz de escribir cuatro, cinco, hasta diez páginas de un libro. Alguna vez, de una sola sentada, escribí un cuento.

Gabriel García Márquez[1]   

El hijo de Aracataca seguirá siendo un referente de la literatura iberoamericana para el mundo a través de sus relatos sobre los acontecimientos de Colombia y de una Latinoamérica fragmentada. Sí, les hablo de Gabriel García Márquez, el Gabo, el nieto de Nicolás Márquez Iguarin, amante de la disciplina y tejedor de historias que transcienden las estaciones del tiempo.

El pasado 6 de marzo de este año, día en que García Márquez cumpliría 97 años de vida, fue el lanzamiento internacional de su libro inédito En agosto nos vemos, por lo que las críticas no se hicieron esperar. Algunos consideran que este libro no debió haber salido a la luz, y quizás hubiera sido mejor quedarse con Memorias de mis putas tristes como la última visión de Gabo, pero la gratitud es fantástica, como las mariposas amarillas, ya que aún se rescata esta última posibilidad de adentrarnos en los mundos posibles de este narrador.

Desde esa perspectiva, el patriarca de Macondo nos presenta la historia de Anna Magdalena Bach y lo que ocurre en agosto de cada año cuando viaja al cementerio de su isla en el que se encuentra su madre. Es a partir de este suceso cuando podemos conocer la clase de persona que puede ser la protagonista sólo durante una noche al año: una mujer cercana a los vínculos del amor materno, el de pareja y el cotidiano que envuelven su vida y nos muestra las pasiones y extremos que enfrenta el sentir y pensar del cuerpo.

Es importante mencionar que en gran parte de la novela podemos encontrar el característico estilo de García Márquez para crear frases con el uso atinado de las palabras o parafraseándolo: “un uso acorde del corsé”. Otro aspecto que el autor remarcó en esta novela fueron los libros que lee la protagonista como una invitación a otros mundos posibles y como influencias que marcaron la carrera del escritor colombiano.

Aunque no se puede negar que hay algunos errores de estructura y redacción en el texto que probablemente los lectores más experimentados verán y quizás no podrán perdonar, es claro que la novela no será recordada como un clásico literario como Cien años de soledad, sin embargo es un libro que vale la pena hojear.

Estas consideraciones fundamentan mi propuesta de que Gabriel García Márquez presentaba algunos problemas de salud como el Alzheimer y el cáncer, enfermedades destructivas que influyeron para que esta novela no tuviera la rigurosidad de las otras, y de ahí la insistencia del Gabo de deshacerse de ella.

Insisto, menos mal sus hijos no hicieron caso, lo que ha permitido que los lectores descubran, una vez más, la labor encantadora de Gabriel García Márquez con En agosto nos vemos, como los lunares que citó el día de su lanzamiento el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince[2]. Finalmente, la invitación es leer al hijo de Aracataca como una pieza invaluable de la literatura latinoamericana, a pesar de la mezquina y dolorosa muerte.

 

Referencia 

García Márquez, V. (2024). En agosto nos vemos. Editorial: Random House.

[1] Fue un escritor y periodista colombiano reconocido por sus novelas y cuentos. También escribió narrativa de no ficción, discursos, reportajes, críticas cinematográficas y memorias. Fue acreedor del Premio Nobel de Literatura en 1982.

[2] Es un escritor y periodista colombiano conocido por sus libros Angosta, que obtuvo en abril de 2005 en China el premio a la mejor novela extranjera,1​ y El olvido que seremos, sobre la vida y asesinato de su padre Héctor Abad Gómez, al que fue otorgado el premio Casa de América Latina de Portugal por el libro como mejor obra latinoamericana y el Premio Wola-Duke en Derechos Humanos. Además, ha recibido un Premio Nacional de Cuento, una Beca Nacional de Novela (1994) y dos Premios Simón Bolívar de Periodismo de Opinión (1998 y 2006). En 2016 creó Angosta Editores, una editorial independiente de Colombia.

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