La rebelión de las ratas de Fernando Soto Aparicio: el espejo de la ciudad
Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque, como explican todos los libros de historia de la economía, pero estos trueques no lo son sólo de mercancías, son también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos.
Italo Calvino[1]
Algunos escritores colombianos del siglo XX y XXI son el fiel reflejo de las problemáticas socioculturales que han acompañado a Colombia y al mundo. Problemas provenientes de familias sencillas que llegaron a las capitales del país en la búsqueda de nuevas alternativas de vida, entre las que se destacan las laborales. La rebelión de las ratas de Fernando Soto Aparicio es un ejemplo de ello.
Además, hechos transcendentales como los ocurridos en 1945 y 1980, como el auge de la industrialización en Colombia, suceso que ocasionó altos índices de miseria, pobreza y violencia, entre otros problemas, determinaron las posturas de los autores en los campos sociales, políticos, económicos, y culturales y desencadenaron en ideas de izquierda contradictorias a los sucesos vividos.
Al respecto, conviene decir que en la novela contemporánea esto se desarrolló en temáticas como:
- El regreso a la literatura regional que evidencia las diferentes problemáticas de la sociedad colombiana y determina un carácter sociológico de los habitantes.
- Retorno a las prácticas costumbristas para analizar a la sociedad profundamente desde posturas auténticas, alegres, descomplicadas y apacibles.
- Las protestas por las injusticias sociales y la reivindicación de clases menos favorecidas que presentan a un sujeto distinto del campesino manso alejado de los problemas sociales.
- Limitaciones de los individuos que reflejan el papel de la sociedad ante el Estado.
En medio de esas características, emergen voces como: Héctor Rojas Herazo, Manuel Zapata Olivella, Eduardo Caballero Calderón, Jorge Zalamea Borda, Manuel Mejía Vallejo, Álvaro Cepeda Samudio, Eduardo Zalamea Borda y Fernando Soto Aparicio.
La Rebelión de las ratas cuenta la historia de Rudecindo Cristancho, su esposa Pastora y sus hijos Mariena y Pacho, de 14 y 12 años, una familia campesina. Ellos llegan a la ciudad de Timbalí con el afán de la riqueza y una mejor calidad de vida. Un relato que se desarrolla en veinte días y evidencia la construcción de una ciudad llamada Timbalí a manos de los individuos que la habitarán, generando sus estilos de vida desde necesidades, costumbres e identidades.
Estos personajes usan elementos como el hambre, la pobreza, la miseria, la desesperanza, la violencia y la rebeldía, que identifica la tragedia humana e instauran el protagonismo de la ciudad en todos los ámbitos socioculturales que permean a los sujetos.
Por ejemplo, Ayala Poveda (1994), establece que para el autor:
“La preocupación fundamental de sus novelas se revela en un rostro: la sociedad. No hace crónica de ella sino crítica mediante metáforas narrativas que se cohesionan y forman un universo personal.”
Es decir que Fernando Soto Aparicio es un crítico de los diferentes hechos que envuelven a la sociedad, es un revelador de sujetos insatisfechos frente a los factores económicos, políticos, sociales y culturales.
En esa misma línea, el prosperar se convierte en mecanismo esencial en la vida de los campesinos colombianos y latinoamericanos que Cristancho dirigió a la ciudad de Timbalí:
Rudecindo no supo de dónde había llegado ni a qué. Quizá lo empujó el vértigo. Ese que llevó al valle a tantos hombres, a tantas mujeres, a tantos niños. Todos con la ilusión de una riqueza fácil, de un jornal suficiente; todos con el anhelo de vivir mejor. (Soto Aparicio, 1981, p. 9)
Lo que indica que la ciudad se posiciona como un factor determinante en los anhelos de progreso, pero, paradójicamente, también de injusticias que ocasionan posturas de rebeldía o en palabras de Zambrano (2002):
[…] el carácter más evidente de una ciudad es la forma en que ella concentra sus actividades en superficies muy restringidas donde amontona a las gentes, las obliga a circular en callejuelas o en calles laterales, oblicuas, transversales o rectilíneas […], los obliga a construir casas hacia lo alto, hacia los lados. Eso es una ciudad. Fundamentalmente, ciudad es dominación. P.p. 136-137
Algo más hay que añadir a las contradicciones de la ciudad como el faro del progreso y es que el narrador le devela Rudecindo Cristancho, en su posición de campesino emigrante, que ha llegado a la ciudad de Timbalí “paraíso de oportunidades”:
Pensó con nostalgia en el campo. Era más acogedor, más humano. Pero allí sólo era parte de la enorme maquinaria que impulsaba la Compañía Carbonera del Oriente. […] El campo… Lo evocó intensamente, con alegría y con tristeza a un tiempo. El campo… (Soto Aparicio, 1981, p. 112)
Lo anterior indica que la ciudad es sinónimo de progreso, pero irónicamente es símbolo de desunión, de hambre, de miseria, de nostalgias, y melancolías que identifican a los individuos contemporáneos a tal punto que el autor presenta la génesis de la ciudad así:
Después de que se descubrieron las minas de carbón en aquel vasto territorio, llegaron de los diversos puntos de la república gentes de toda condición social, pero generalmente desheredados, fugitivos y vagabundos. Rondaron por entre los cultivos, acudieron hasta las casas hospitalarias siempre abiertas al forastero, y en ellas fueron infiltrando la savia de sus pensamientos, el veneno de sus convicciones, el lenguaje rebuscado de sus argumentos. Entonces los dueños de pequeñas parcelas […] tuvieron que abandonarlas, entregándolas a la voracidad de los compradores. Algunos inclusive, se vieron amenazados de muerte. Pero los más terminaron cediendo de buena gana, ante las promesas de un futuro de abundancia y prosperidad. P.6
Ese tipo de ciudad es la que habita la familia Cristancho y quizás varias de Latinoamérica ante el imaginario de la ciudad o país ideal, ante los cambios socioeconómicos.
Bien pareciera por todo lo anterior que la ciudad se convierte en protagonista esencial de la novela contemporánea al reflejar la postura de los sujetos en los ejes sociales, culturales, económicos y políticos que determinan su accionar. En esa medida, Fernando Soto Aparicio presenta a la ciudad como espacio narrativo que muestra los pensamientos y sentimientos de sus individuos frente a los campos sociales. He aquí más o menos como piensa Atehortúa (2011):
Las masas, son resultado y expresión de ese sector de descontentos y agraviados por una estructura que no logra contenerles para satisfacer sus necesidades, ni logra consolidar los supuestos de bienestar que se pensaban para el habitante de la ciudad. P.5
Lo que quiere decir que una ciudad es la construcción permanente de sus habitantes desde posturas críticas y propositivas en los factores socioculturales que la determinan.
Finalmente, la sugerencia es leer a Fernando Soto Aparicio que nació en 1933 en Socha Boyacá, y falleció en el 2016 en Bogotá, Colombia. Vivió su juventud y niñez en Santa Rosa de Viterbo. Desde muy joven se dedicó a la literatura abarcando producciones como novelas, cuentos, ensayos y artículos periodísticos. Su obra ha sido traducida a varios idiomas y galardonada con diferentes premios. Entre sus obras destacan: Los bienaventurados (1960), Mientras llueve (1964), El espejo sombrío (1967), Mundo roto (1968) y Después empezará la madrugada (1970).
Bibliografía
Atehortúa Cano, Z. (2011). Dos momentos, dos tiempos captados en la novela de fines del siglo XIX y XX respectivamente: la relación o disyunción entre la tradición y la modernidad en la ciudad de Medellín (Trabajo de grado inédito). Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia.
Ayala Poveda, F. (1994). Manual de Literatura Colombiana. Sexta ed. Educar Editores. Bogotá
Soto Aparicio, F. (1981). La rebelión de las ratas. Decimoctava ed. Plaza & Janés. Bogotá
Villabona, D. R. C. (1986). ESPAÑOL SIN FRONTERAS. VOLUNTAD. Bogotá, Colombia.
Zambrano, F. (2002). La ciudad en la historia. En C. A. Torres Tovar, F. Viviescas Monsalve, & E. Pérez Hernández, La ciudad: hábitat de diversidad y complejidad. P.p. 122-148 Universidad Nacional de Colombia.
[1] Escritor, novelista, ensayista y periodista italiano nacido en Cuba, autor de El barón rampante (1957), Cosmicómicas (1965), Las ciudades invisibles (1972), Si una noche de invierno un viajero (1979) y Por qué leer los clásicos (1991).
Licenciada en Humanidades y Lengua Castellana. Especialista en Infancia, Cultura y Desarrollo. Magister en Infancia y Cultura por la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Escritora.