Pareciera que cuando hablamos de los clásicos siempre viene a la mente un anciano con ropa incómoda y, muchas veces, no nos equivocamos. Sin embargo, Garcilaso de la Vega es la excepción puesto que no sólo es uno de los clásicos de la literatura en lengua española con menor edad (murió a los 34 años), sino que podríamos decir que era el rockstar de su generación, todo un galán:
Yo tuve amistad del muy magnífico caballero Garcilaso de la Vega… Entre mí y el dicho Garcilaso hubo amistad y cópula carnal mucho tiempo, de la cual cópula yo me empreñé del dicho señor Garcilaso, y parí a don Lorenzo Suárez de Figueroa, hijo del dicho señor Garcilaso y mío, siendo asimismo el dicho señor Garcilaso hombre mancebo y suelto, sin ser desposado ni casado al dicho tiempo y sazón.[1]
El fragmento anterior es un testimonio encontrado por una estudiosa de la obra de Garcilaso, pero más allá del chisme amoroso, está la pregunta: ¿por qué es tan importante Garcilaso de la Vega para la literatura española? La respuesta no es sencilla, pero comencemos con este entramado.
De la lengua italiana a la española
Sabemos que don Íñigo López de Mendoza, primer marqués de Santillana[2], fue aquel cultísimo señor quien introdujo la forma del soneto al español y trató de adaptarla, pero el resultado no fue el mejor. Años después es cuando entra a escena el toledano Garcilaso de la Vega.
Garcilaso de la Vega es reconocido por muchos poetas de su época por adaptar el soneto al español, pero es Fernando de Herrera quien le dio más visibilidad a Garcilaso al rastrear su obra, explicarla y contar un poco sobre la vida del poeta. Para no hacer una larga historia, mejor aterricemos las ideas con el “Soneto V”:
Escrito’stá en mi alma vuestro gesto
y cuanto yo escribir de vos deseo:
vos sola lo escribistes; yo lo leo
tan solo que aun de vos me guardo en esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto,
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma misma os quiero;
cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.
Este texto es la lograda hazaña de Garcilaso, es decir, captó la esencia de los endecasílabos dantescos, pero en lugar de hacer triadas, conservó la forma de los dos cuartetos y dos tercetos con sílaba consonante. Los tópicos de su poesía eran los amorosos en su mayoría, sin importar las diversas estructuras poéticas que cultivó como fue la canción, la égloga o la elegía.
El tópico amoroso en la obra de Garcilaso adquiere diversos matices y es, quizás, este soneto el más citado, no obstante, son las églogas donde el diálogo que se establece entre voces de pastores donde se habla de la profunda tristeza por el amor no correspondido o la muerte de la mujer amada.
Lo amoroso, como sabemos, es un tema universal, pero dentro de nuestra cultura occidental, Garcilaso rastreó las formas de expresarlo desde los clásicos, tales como Terencio, Píndaro o Cicerón, y sirvió de base para los posteriores “grandes” poetas como Luis de Góngora. La labor del poeta fue traducir todo aquello que llamamos emociones y con una pluma bien domada logró regalarnos versos tan concisos y tan universales.
Su legado
Fernando de Herrera, un arduo lector de Garcilaso y comprometido crítico-poeta sevillano, logró desentrañar algunos conceptos y estructuras, desde la tradición a la que se inscribió el toledano hasta los pequeños “fracasos” en su poesía. Sin embargo, Herrera en su especie de poética no hizo más que resaltar aspectos que otros poetas no sólo conocerían, sino que, incluso, imitarían como él mismo lo haría:
Soneto V (Garcilaso)
cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero. (vv12-14)
Elegía IV (Herrera)
Tanto por vos padesco, tanto os quiero,
y tanto os di, que puedo ya atrevido
dezir, que por vos vivo, y por vos muero. (VV 244-246)
Ésta es quizás una pequeña muestra de cómo Garcilaso logró influir en uno de sus críticos y lectores directamente pues es indudable el paralelismo, no obstante, lo que hoy llamaríamos “copia”, en aquel tiempo era no sólo un tributo, sino una muestra de la erudición del poeta que, en una suerte de “cita”, lograba transmitir a su lector algo más allá del mismo concepto, es decir, una tradición.
Garcilaso de la Vega murió en batalla y, según cuentan, de no ser por su amigo Juan Boscán no hubiéramos conocido a tan gran poeta. Hoy es probable que sólo en las escuelas se lea, pero no hay que perder de vista la valía de un escritor como él, quien encontró la tradición amorosa, la cultivo en las letras y, de vez en vez, la llevó a la propia vida.
[1] CVC. (sf). Biografía de Garcilaso de la Vega. Tomado de: http://www.cervantesvirtual.com/portales/garcilaso_de_la_vega/autor_apunte/
[2]CVV. (SF) Marqués de Santillana. Tomado de: http://www.cervantesvirtual.com/portales/marques_de_santillana/autor_vida/
Escribiente que preferiría no hacerlo, lectora de lo ajeno y fanática de Bolaño.