Giovanni Papini entre el signo y el diablo
Giovanni Papini es sin duda uno de los autores italianos más importantes no sólo por sus aportaciones a la obra literaria del país, sino también por su papel de historiador literario, editor y periodista. Desde muy temprana edad comenzó a escribir y a trabajar en revistas y diarios en los que materializaba las ideas que despertaba en él el contexto de la época.
Este carácter crítico y agudo será uno de los principios que sustenten su labor en el ámbito literario. Quizás ahí se funde también el nihilismo desde el que muchos estudiosos abordan su obra, no obstante, sin entrar en análisis profundos, se puede decir que hay en él un afán constante por debatir lo establecido.
En este sentido, de acuerdo con Vicente Cervera Salinas, podemos entender su filosofía y mentalidad “forjadas en la renuncia progresiva a la adquisición de verdades y conocimientos de carácter absoluto, de raíz inquebrantable” (p. 31). De ahí que en algunos de sus libros encontremos una postura irónica y sagaz como, por ejemplo, en Gog.
Desde una visión semántica resulta interesante traer a colación dos conceptos fundamentales: lo simbólico y lo diabólico. Conforme a su etimología, ambas palabras provienen de la misma raíz griega βάλλειν que significa lanzar o arrojar. Pero mientras que ‘simbólico’ está precedido por συμ: juntar o volver a unir, ‘diabólico’ se compone por διά: a través, lo que los conduce a un significado opuesto.
Lo simbólico une y lo diabólico separa, esto mediante la palabra que, al definir, delimita lo uno de lo otro. Esta relación semántica no se agota en la correspondencia entre estos términos y sus significados, sino que va más allá al tomar signos de la cultura como elementos constitutivos de un texto nuevo: el de Papini. Es decir, lo diabólico y lo simbólico no son solamente mecanismos con los cuales podemos analizar la obra de Papini, sino que son también los signos con los que construye significados nuevos. Por ejemplo en Gog refiere que:
No se trata, como el lector verá, ni de un libro de memorias, ni mucho menos, de una obra de arte. Se trata, me parece, de un documento singular y sintomático: espantoso, tal vez, pero de un cierto valor para el estudio del hombre de nuestro siglo. Y como documento, y no con otra intención, publico esta serie de notas, con la esperanza de que, una vez reflexionado, se reconozca la utilidad de mi “abuso de confianza”. (Papini, 2008, p. 5)
Si bien algunos estudiosos mencionan que su producción más que ser simbólica es alegórica, ambas responden a una misma naturaleza en la que un elemento está en lugar de otro con el que guarda cierta relación. La diferencia es que en la alegoría hay una correspondencia directa de sentido único, mientras que lo simbólico es múltiple.
No obstante, podemos decir que Papini toma esta cualidad del signo de representar algo más para, justamente, crear un nuevo significado. En otras palabras, lo simbólico vendría a ser el principio de creación y lo diabólico sería el mecanismo por el cual se busca llegar a ese nuevo sentido, en el cual la figura del diablo se entiende también como alegórica. Sobre Gog, Papini menciona:
Su verdadero nombre era, según parece, Goggins, pero desde joven le habían llamado siempre Gog, y este diminutivo le gustó porque le circundaba de una especie de aureola bíblica y fabulosa: Gog, rey de Magog. (2008, p. 3)
En este orden de ideas, lo diabólico es ese mecanismo que separa, pero también es la imagen del ángel caído que sirve para desengañar de manera satírica sobre ciertos asuntos como la modernidad. Gog, Goggins o el diablo es una crítica a muchos aspectos de la vida moderna; en palabras de Vicente Cervera Salinas:
Una acidez de genealogía diabólica anima, pues, el prisma de toda la estructura narrativa, de cualquier comentario o juicio crítico sobre el mundo observado por el atroz ojo de Gog: una retina que desintegra los postulados supuestamente básicos y estables de un sistema cultural establecido y canónicamente ordenado. Un estilete visual que penetra el andamiaje intelectual de toda construcción ideológica para demoler sus cimientos y dejarnos las ruinas mentales del edificio. (2017, p. 33)
De esta manera Giovanni Papini se vale del mecanismo diabólico para dar voz a una dura crítica contra lo que en la cultura va definiéndose como unívoco. Une para separar y separa para volver a unir, el resultado será determinado por el último elemento de esta tríada: el interpretante.
Referencias
Cervera, V. (2017). El rostro agudo y nihilista de Papini: Gog. Cartaphilus. Revista de Investigación y Crítica Estética, 1, 31-43. https://revistas.um.es/cartaphilus/article/view/79
Ortega, D. y Porrini, S. [ADEH TV]. (12 de octubre de 2020). La última página 116: Giovanni Papini y su narrativa (ESPECIAL CON NOVEDADES IMPORTANTES) [Archivo de video]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=ZgkAYp09jXI
Papini, G. (2008). Gog, El libro negro. Porrúa.
Soy mi propia cicatriz o mi rostro atrapado en las manos, por eso escribo siempre las mismas palabras. Llevo un diario de fuego y espuma, y cuando se acabe el mundo intentaré tocar los cables del cielo.