«El jazz me enseñó cierta sensibilidad del swing, de ritmo en mi estilo de escribir. Para mí las frases tienen un swing como lo tienen los finales de mis cuentos.»
Julio Cortázar
Fue 1963 cuando Julio Cortázar publicó Rayuela, la obra cumbre que aseguró su lugar entre los grandes autores del «boom latinoamericano». La historia de Horacio Oliveira y Lucía, la Maga, de inmediato se convirtió en un referente para los lectores jóvenes, probablemente por las reflexiones que la novela presenta sobre el amor, los celos, la literatura, el arte en general y la trascendencia de la vida misma.
La novela (o antinovela como el autor la definió más tarde) no sólo causó sorpresa por su temática, sino también por la manera en que fue escrita. Las dos formas de leer Rayuela la transforma en un reto para los lectores: desde el inicio nos invita a jugar con el libro, a descubrir qué tanto queremos averiguar de la historia y qué tanto queremos crear una nueva novela, lo que poco a poco desemboca en el deseo o insinuación de Cortázar por destruir la literatura convencional y devolverle su pureza a la palabra.
El jazz en Rayuela
Quienes hayan leído las dos formas de la novela sabrán que está plagada de referencias a pinturas, libros, canciones y, por supuesto, a sus autores. Uno de estos temas imprescindibles para el libro es el jazz.
Oliveira y Lucía comparten sus días en París con un grupo de amigos conocidos como El Club de la Serpiente, quienes se reunían en tertulias para discutir temas metafísicos, literarios, artísticos y, por supuesto, para emborracharse mientras escuchaban discos de jazz. Reuniones que reflejaban la vida bohemia de los 60 en París.
A partir del capítulo 10 y hasta el 18, Rayuela presenta una de estas reuniones nocturnas y enumera algunas de las canciones favoritas de los personajes y que musicalizan sus discusiones metafísicas.
Aquí puedes escucharlas para adentrarte a la novela y, en específico, a este momento en la historia donde podemos escuchar a músicos como Duke Ellington, Louis Armstrong, Dizzy Gillespie, Jelly Roll Morton, entre otros.
No cabe duda que el jazz en Rayuela le da otra experiencia a la lectura del libro.
Lector y peatón. «Yo soy aquel». Dicen que soy el chico al que los golondrinos le laceran las axilas.
A veces escribo sobre lo que me gusta, otras entreno Pokémon.