Jean Baudrillard: seducir es morir como realidad y producirse como ilusión

Lo que pensamos determina lo que somos y lo que hacemos, y, recíprocamente, lo que hacemos y lo que somos determina lo que pensamos.

                                                                                                                                 Aldous Huxley[1]

 

El acto de pensar se ha consagrado como la capacidad que tienen los seres humanos de simbolizar los acontecimientos sociales que determinan su accionar. Un accionar que se establece desde posturas creativas, críticas y efectivas en los sectores políticos, económicos, sociales y culturales a nivel nacional e internacional. En palabras de Francesc Miralles[2]:

Pensar es salir del presente para ir a pescar a las aguas del pasado o del futuro. Sin embargo, la experiencia es siempre presente. Esa es la ecuación.

Lo anterior indica que pensar es un viaje cronológico que permite comprender los sucesos del presente. El pensamiento acude como una herramienta esencial que le permite a los individuos aproximarse a caminos de plenitud como la autodirección, instaurada como una característica indispensable en el desarrollo personal, social, creativo y de reflexión. Desde el punto de vista Ricardo López (1999), afirma que:

Formar personas efectivamente preparadas para enfrentar los cambios y reaccionar frente a lo inesperado. Personas con capacidad para pensar, sentir y realizar. Personas igualmente orientadas hacia sí mismas, hacia los demás y hacia su entorno. Personas con sensibilidad para valorar el pasado, vivir el presente y proyectar el futuro.

Es decir que pensar se consagra como la posibilidad de transformar el presente desde la memoria histórica que acompaña los hechos de las personas en la actualidad.

Sin embargo, el pensamiento no puede deslindarse del sentir teniendo en cuenta que los sujetos son integrales, están hechos de pensamientos y de sentimientos, además de que acuden a estrategias como la seducción para que ese proceso sentipensante sea placentero.

Por su parte, la seducción se establece como un instrumento que les permite a los sujetos contar y develar momentos que permean a la sociedad. Una interferencia que simboliza la experiencia de vida desde los significados y los significantes de su actuar en un contexto determinado. Según Grijelbo (2007), los espacios esenciales donde se presenta la capacidad de seducción de las palabras son espirituales, etéreos y livianos de los seres humanos.

Desde ese punto, el ensayista y sociólogo francés Jean Baudrillard determinó que nos absorben los signos vacíos, insensatos, absurdos, elípticos, sin referencias. Evento que permanece desde la moral y la filosofía, manifestándose hoy en día en el psicoanálisis y la liberación del deseo:

El deseo no se sostiene tampoco más que con la carencia. Cuando se agota en la demanda, cuando opera sin restricción, se queda sin realidad al quedarse sin imaginario, está en todos lados, pero en una simulación generalizada. P.14.

Lo cierto es que la seducción carece de bases sólidas en la actualidad, lo que lleva a Jean Baudrillard a pensar que la seducción es una estética del exterminio y la desaparición del accionar del ser humano.

Para los fines de estos argumentos se recuerda que años antes de la muerte de Baudrillard, sus planteamientos fueron una crítica permanente a una sociedad de consumo que instauró a los individuos como máquinas antes que seres humanos. Desde ese panorama, se hace necesario regresar a los ítems de pensar como el acto de seducción que elimina los factores de ignorancia.

Finalmente, el llamamiento es desde casa, que siempre será el centro de todo proceso de enseñanza-aprendizaje para fomentar y fortalecer estrategias de pensar desde la sensibilidad como un mecanismo de seres integrales. Porque pensar seduce más que los días sin sol.

Referencias bibliográficas

Baudrillard, J. (2001). De la seducción. Madrid: Edición Cátedra.

López, R.  (1999). Prontuario de la Creatividad. Santiago, Chile: Editores Bravo y Allende.

 

[1] Fue un escritor y filósofo británico.

[2] Escritor, ensayista, traductor y músico español.

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