El pasado tiene sus códigos y costumbres
Sócrates
Hablar del costumbrismo en Colombia es hablar de una época que reflejó las fieles costumbres de las regiones. Los escritores se caracterizaron porque sus obras presentaban una copia de los sucesos urbanos y campesinos mediante la incorporación, por un lado, de personajes que eran jocosos, y, por el otro, a través de una crítica social. Es decir, que el costumbrismo hizo énfasis en develar los vicios, las mentiras, las hipocresías, los amores, las virtudes, que se tejen en un pueblo; o una familia, o personaje, que resuma los hábitos cotidianos de un grupo social durante una época determinada.
En el curso de esa búsqueda aparecen voces como la de José María Vergara y Vergara, quien se caracterizó por la descripción y la defensa de los valores nacionales desde el campo político, evidenciando la historia monumental de los héroes, y los hechos que desencadenaron la fundación de la patria en obras como: Las tres tasas, Cuadro de Costumbres, Historia de la literatura en la Nueva Granada, y Aceitunos todos son unos.
Además, José Manuel Marroquín el político, filólogo y fundador de la Academia Colombiana de la Lengua y El Mosaico, en su novela El Moro presenta un caballo que relata su vida y las costumbres de la sabana de Bogotá, dónde reflexiona sobre los comportamientos de los seres humanos y los animales. A continuación se presenta un fragmento de esa obra:
¡Qué tribulación! En un pantano de los muchos que se hallan a las orillas del Funza, se ve medio sumergido un potrico de doce horas de edad. En sus ojillos negros y vivos se pintan la angustia y la sorpresa que ocasiona el descubrir el mundo, en donde ha acabado de aparecer, creyendo no hallar en el más que las gratas sensaciones que le produjeron el espectáculo de la naturaleza, el movimiento y los primeros tragos de leche, sólo ofrece peligros y amarguras. Con la desmaña propia de la tierna edad, brega para salir del atolladero; pero de cuando en cuando se le agotan las fuerzas y deja caer la linda cabecita sobre un mogote, como desalentado y resuelto a rendirse a su destino. La madre, con las orejas aguzadas, sacudiéndose los costados con la cola, sudorosa y agitada, corre ya para un lado, ya para otro, relincha, trata de penetrar hasta el paraje en que su cría va a perecer, huele el suelo, retrocede y vuelve cien veces a los mismos puntos por donde inútilmente ha procurado entrar. Pero, aunque lo consiguiese, ¿qué auxilio podría prestar al objeto de sus ansias? Este renueva sus esfuerzos para salvarse, pero cada uno de los que hace sirve para ahondar más el hoyo en que agoniza. P. 9
Lo anterior indica, minuciosamente, los primeros años de vida del Moro y las costumbres a las que sería sumergido.
El escritor cundinamarqués Eugenio Díaz, que fue reconocido por un estilo sencillo, escribió varios cuadros de costumbres en sus novelas. Una de las que iniciaría la denuncia social es su Manuela, la cual describe la historia de una joven campesina humilde rodeada por un pueblo de gamonales que abusan de las personas.
Es así como en esa misma línea, Tomás Carrasquilla en 1896 con su novela Frutos de mi tierra narra que Colombia no solamente era Bogotá, que los sucesos sociales, políticos, culturales y económicos permeaban a todas las regiones del país. Es decir que la literatura podría contarse desde otras regiones olvidadas, y una de esas era Antioquia.
Sin embargo, ese regionalismo ocasionaba una exclusión porque se interesaba solamente en retratar Antioquia como un modelo de progreso ante las otras regiones. En algunos eventos esto era cierto, pero históricamente se comprobó que Antioquia padecía pobreza, soledad, desempleo, entre otras peripecias. Lo que la hacía diferente era no aceptar una economía de esa índole, por eso, uno de los personajes de Carrasquilla resalta: “Trabaja, trabaja, trabaja. La riqueza llegara después.”
Al respecto conviene decir que el costumbrismo se estableció por:
- El aislamiento de las regiones
- El fascinamiento por la descripción
- El apego por las tradiciones
- Sencillez del lenguaje
Elementos que las voces citadas anteriormente desarrollaban, y Carrasquilla resalta en su cuento Rilfe donde su protagonista Tista se presenta sin una idealización de la siguiente forma:
“Esta astroso, desarrapado, roto; para sus manitos y sus pies son escultóricos, sus uñas encañonadas y pulidas. En medio de aquel desaseo se adivina en esas extremidades, el proceso de una estirpe aristocrática. En torno del raído casquete se alborotan unos bucles castaños, que enmarcan una carita de tono ardiente, con facciones de ángel. Hay en sus movimientos, manipuleo y ademanes, esa gracia indecible de los niños cuando ejecutan con esmero un trabajo.”
El autor describe los eventos que lo rodean por medio de Tista y establece que los seres humanos son la copia fidedigna de los campos socioculturales que los permean.
Finalmente, la novela costumbrista o de la denuncia social gira en torno a las problemáticas que afligen a las regiones o pueblos. Los sujetos dejan de ser considerados ideales, para posesionarse como individuos sociales que atraviesan conflictos y luchas. Criticando los malos gobiernos, las injusticias, y el estado de miseria de los ciudadanos, o en palabras de Nietzsche: “Las costumbres son la representación de las experiencias adquiridas por los hombres anteriormente respecto a lo que consideraron útil o nocivo .”
Bibliografía
Villabona, D. R. C. (1986). ESPAÑOL SIN FRONTERAS. VOLUNTAD. Bogotá, Colombia.
Marroquín, J.M. (1997). EL MORO. EDICIONES UNIVERSALES. BOGOTÁ
Licenciada en Humanidades y Lengua Castellana. Especialista en Infancia, Cultura y Desarrollo. Magister en Infancia y Cultura por la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Escritora.