Vivir sin leer es peligroso, obliga a conformarse con la vida, y uno puede sentir la tentación de correr riesgos.

Michel Houellebecq.[1]

Los clásicos siguen siendo los parámetros que dan esencia a las curvas del camino literario. No es un misterio que las voces de los movimientos literarios como el romanticismo, el neoclasicismo, el costumbrismo, el realismo, entre otros, construyeron nuevas formas de fomentar y fortalecer el arcoíris de la vida. Una vida que se encuentra permeada por los símbolos de lo contemporáneo y que se caracteriza por el uso de la memoria como eje esencial de los recuerdos, lo que permite que los acontecimientos vitales no se anulen en el presente.

Por ejemplo, el neorrealismo utiliza a elementos como el monólogo interior y la autoconciencia del lenguaje para guiar la narrativa de las obras. Con lo anterior podemos mencionar que cada movimiento marca una revolución en los campos de la cultura. Además de estos elementos, no podemos dejar de lado, el simbolismo que representa tanto la realidad como los sueños del hombre contemporáneo como mecanismos para entender su pensamiento. Este accionar enmarca un mundo desequilibrado y lleno de culpas en el que el ser humano es la víctima principal del poder burocrático y totalitario.

Para hacernos una idea, Friedrich Nietzsche[2] mencionó esto sobre sus contemporáneos:

Como preveo que dentro de poco tendré que dirigirme a la humanidad presentándole la más grave exigencia que jamás se le ha hecho, me parece indispensable decir quién soy yo. En el fondo sería lícito saberlo ya: pues no he dejado de “dar testimonio” de mí. Más la desproporción entre la grandeza de mi tarea y la pequeñez de mis contemporáneos se ha puesto de manifiesto en el hecho de que ni me han oído ni tampoco me han visto siquiera.

Con esto en mente, el escritor italiano Niccolò Ammaniti nos presenta su novela La vida íntima, la cual narra la historia de María Cristina Palma en el mundo de la perfección.  La protagonista es una mujer bella, adinerada y casada con el primer ministro; sin embargo, esconde las huellas del pasado y una crisis de identidad ocasionada por la imposición del contexto al que pertenece. Un día recibe un video erótico en su teléfono que podría poner en apuros la imagen de su marido y la suya. Sin olvidar el interrogante del qué dirán y qué se haría por ser aceptado en un lugar, María ingresa en una espiral de reflexiones sobre quién es y quién aparenta ser.

Desde esa perspectiva, la vida íntima se revela como una tragicomedia sobre los sucesos paródicos de la sociedad contemporánea: las apariencias, la fama, el miedo y la mentira, elementos que identifican el caótico mundo en el que está atrapada nuestra dulce protagonista.

Finalmente, la invitación es a leer a Niccolò Ammaniti como un referente de la nueva ola narrativa italiana que recorre el ayer en las cápsulas del hoy. 

Matthew Kneale[3] comenta sobre esta novela:

Ammaniti ha creado un retrato convincente de la Italia contemporánea, y ha aportado un necesario contrapeso a los retratos románticos y turísticos del país. Y, aun así, a pesar de la dureza de su mundo, el calor humano burbujea entre sus grietas. Preferiría perderme en el mundo alienado de Ammaniti que en muchos otros.

Referencia Bibliográfica

Ammaniti, N. (2024). La vida íntima. Traducción Juan Manuel Salmerón Arjona. Barcelona. Editorial: Anagrama.

[1] Poeta, novelista y ensayista francés. Sus novelas Ampliación del campo de batalla, Las partículas elementales y Plataforma se convirtieron en hitos de la nueva narrativa francesa por su descripción de la miseria afectiva y sexual del hombre occidental de finales del siglo XX y comienzos del XXI.

[2] Fue un filósofo, poeta, músico y filólogo alemán, considerado uno de los pensadores contemporáneos más influyentes del siglo XIX.

[3] Es un escritor británico. Es más conocido por su novela de 2000 English Passengers.

Dorian Huitrón Álvarez

Lector y peatón. «Yo soy aquel». Dicen que soy el chico al que los golondrinos le laceran las axilas.

A veces escribo sobre lo que me gusta, otras entreno Pokémon.