Leonardo da Vinci: retrato de un genio

Leonardo da Vinci nació el 15 de abril de 1452 durante el Renacimiento italiano. Fue hijo natural del notario, canciller y embajador Piero Fruosino di Antonio y de una campesina llamada Caterina. Leonardo vivió en la casa paterna en Vinci, sin embargo, nunca fue reconocido como hijo legítimo por su padre.[1]

Debido a que nació fuera del matrimonio, da Vinci no pudo ir a la escuela y se formó de manera autodidacta. Además, le gustaba ver el flujo de los arroyos que desembocaban en el río Arno. Los estudió desde su infancia hasta su muerte y siguió dibujando las formas en espiral para averiguar la ciencia matemática que se escondía tras ellas. Su curiosidad apasionada lo llevó a exigirse demasiado en sus investigaciones y lo formó como genio dentro de varias disciplinas.[2] Inclusive el humanista Paolo Giovio (1483 – 1552) se expresó de Leonardo de esta forma:

“Pero mientras [Leonardo da Vinci] ocupaba su tiempo con investigaciones en áreas de importancia subsidiaria para el arte, sólo fue capaz de terminar muy pocas obras a causa de su carácter veleidoso e inconstante; su talento aspiraba de tal modo a la perfección y era tan exigente consigo mismo que comenzaba muchas cosas y después las abandonaba”.[3]

Los inicios del artista

Aproximadamente en 1469 Leonardo empieza su año de aprendizaje en el taller del prestigioso pintor y escultor florentino Andrea del Verrocchio, donde aprendió desde las técnicas de dibujo y pintura hasta la base de la química, así como varias enseñanzas de grabado y de escultura.

Diversos escritores y críticos de su tiempo se referían a Leonardo da Vinci como alguien con dotes excepcionales, los cuales no sólo asombraban a sus contemporáneos en el campo de las artes plásticas, sino también en el ámbito de la música.

La paradoja es que su intensa y prolífica relación con la música -arte al que definía como «la configuración de lo invisible»- es uno de los aspectos menos investigados de la obra del genio renacentista.  Fue creador de instrumentos musicales (1452-1519), de entre los que destacan un timbal mecánico, una lira de plata y un órgano de tubos de papel.[4]

Este dibujo, que pasa a ser uno de los primeros bosquejos de paisaje autónomo en la historia del arte, no sólo prueba la creciente importancia de los estudios hechos directamente de la naturaleza del siglo XV, sino que también pone de manifiesto el esfuerzo de los artistas por someter los objetos del mundo visible a su voluntad creadora.

Paisaje fechado el 5 de agosto de 1473
Pluma y tinta sobre dibujo previo a lápiz en parte borrado
Florencia, Uffizi

 

Uno de los momentos más importantes en su formación fue cuando da Vinci colaboró con su maestro en la pintura El Bautismo de Cristo. Leonardo pintó el ángel arrodillado de la izquierda y retocó parte del cuerpo de Cristo, donde se puede ver la personalidad artística independiente de Leonardo y sus circunstancias vitales, las cuales permiten suponer las primeras enseñanzas del maestro y su taller.

Andrea del Verrocchio y Leonardo da Vinci hacia 1472-1475
Bautismo de Cristo
Óleo y temple sobre madera, 177 x 151 cm
Florencia, Uffizi

 

La estrecha vinculación con su maestro se manifiesta en un cuadro de formato pequeño, conocido como La Virgen del Clavel, conservado en la Antigua Pinacoteca de Múnich. Este cuadro está considerado como la primera obra totalmente autónoma de Leonardo da Vinci. Sobre ella, el historiador Frank Zöllner comenta lo siguiente:

“En él representa elementos de la fe cristiana que aparecen comúnmente en este tipo de pinturas mediante el correspondiente lenguaje de símbolos: el Niño Jesús intenta coger con el movimiento torpe de sus manitas el rojo clavel, símbolo de la Pasión, haciéndose así ya la alusión en esta imagen infantil e inocente del futuro martirio que sufriría el Salvador en la cruz.

Igualmente hay que entender de forma simbólica el jarrón de cristal lleno de flores del extremo inferior derecho, una clara referencia a la pureza y virginidad de María. Al mismo tiempo, ciertos objetos del cuadro como el clavel o el jarrón de cristal, por su dificultad de representación, ofrecen al pintor la oportunidad de demostrar su talento de manera particularmente efectiva. Lo mismo puede decirse de los pliegues del regazo de la Virgen, magisterialmente concebidos, cuyo intenso colorido añade vitalidad al primer plano del cuadro, demasiado sombrío y carente de dinamismo”.[5]

Virgen del Clavel, hacia 1475
Óleo sobre madera, 62 x 47.5 cm
Múnich, Alte Pinakothek

 

Sus años en Milán

A finales de 1482 o principios de 1483 con aproximadamente treinta años, Leonardo volvió la espalda a su ciudad natal y se dirigió a Milán dispuesto a ofrecer sus servicios a la máxima autoridad de la ciudad, Ludovico Sforza, como ingeniero militar, escultor y pintor.

En el periodo de 1483 a 1486, junto con los hermanos Ambrogio y Evangelista de Predis, recibe el encargo de realizar el retablo de la Virgen de las Rocas. Leonardo pintó la tabla central, de la cual existen dos versiones: la más antigua se encuentra hoy en el Louvre, París, mientras que la segunda está en la National Gallery de Londres.[6]

Esta magisterial ejecución no permite suponer nada de las complicaciones en las que se vieron envueltos Leonardo y sus dos colegas pintores. Debido a ello, hubo una fuerte discusión por el pago y los artistas amenazaron con vender la obra a un amante del arte que les había ofrecido una suma mayor de la que la hermandad estaba dispuesta a pagar.[7]

Seguramente la segunda versión que adornaba la capilla de la hermandad en San Francesco Grande en Milán estuvo motivada por este pleito. Esta vieja versión fue la que probablemente se vendió a un amante del arte, quizá el propio Ludovico Sforza, quien más tarde lo regalaría al emperador Maximiliano o al rey de Francia.                                                                                                                                  

Primera versión
La Virgen de las Rocas, (María con el Niño, San Juan Bautista y un ángel), (1483-1486)
Óleo sobre madera 199 x 122 cm
París, Museé du Louvre
Óleo sobre madera, 199 x 122cm.

 

 

Segunda versión
La Virgen de las Rocas, (María con el Niño, San Juan el Bautista y un ángel) hacia 1493-1495 y 1506-1508
Óleo sobre madera 189,5 x 120 cm

     

Una mirada a la naturaleza: el Hombre de Vitruvio

En 1489, Leonardo se ocupó por primera vez de realizar estudios artísticos relevantes sobre las proporciones del cuerpo humano, anatomía y fisiología, lo cual queda registrado en su libro De la figura humana. Sobre este proyecto no terminado, el artista tomó sistemáticamente las medidas de los cuerpos de dos hombres jóvenes y después de meses de mediciones, comparó los resultados con el único canon de proporciones arquitectónicas que se conservan de la antigüedad: las de Vitruvio, lo cual, dio origen a una de las obras más conocidas de da Vinci.

Dibujo de proporciones, según Vitruvio, hacia 1490
Pluma, tinta y acuarela sobre punta de metal, 344 x 255 mm
Venecia, Gallerie dell´Accademia

 

Vitruvio, un arquitecto e ingeniero de cierto renombre en tiempos del Imperio romano, describió en el tercer libro de su Tratado de Arquitectura las proporciones de un cuerpo perfecto. Llegó a la conclusión de que un hombre con los brazos y las piernas extendidos podía ser inscrito igualmente en las figuras geométricas perfectas del cuadrado y del circulo. Según Vitruvio, el centro del cuerpo humano se encuentra en el ombligo.[8] Entre todas, la más conocida es el dibujo de Leonardo, donde corrigió la antigua idea de las proporciones de este antiguo pensador.

Por el contrario, Leonardo no tiene en cuenta las relaciones geométricas entre el círculo y cuadrado; para él lo determinante eran las medidas del hombre obtenidas empíricamente. De este modo, planteó que las manos y pies tienen un tamaño apropiado, consiguió superar el canon antiguo y a la vez crear la ilustración de las descripciones de Vitruvio que sigue siendo considerada hasta hoy como la más perfecta.

Principal pintor de la corte de Milán

Durante el periodo 1489-1494 Leonardo trabaja en el monumento ecuestre de Francesco Sforza, ya como pintor de cámara personal, donde pinta los retratos de Cecilia Galleriani y de Lucrezia Crivelli y se destaca como decorador artístico de las fiestas de la corte.

En esta misma época Ludovico Sforza le encarga pintar la famosa obra La Última Cena, realizada entre 1495 y 1497 con una técnica de temple no muy resistente, la cual hizo que a principios del siglo XVI comenzara a dar sus primeras muestras de deterioro. Incluso hoy en día se tratan de arreglar sus imperfecciones. Esta obra se caracteriza por los distintos grupos de figuras y por representación de los gestos y expresiones de los rostros.

 

La Última Cena(1495-1498)
Óleo y temple sobre estuco, 460 x 880 cm
Milán, Santa Maria delle Grazie refectorio

 

Años de peregrinaje

Con la caída de Ludovico Sforza, Leonardo da Vinci perdió a su principal cliente y protector, por lo que en 1499 se alejó de Milán para dirigirse primero a la casa de Isabel de Este en Mantua. Después se trasladó a Venecia para donde se desempeñó como ingeniero militar y creó sistemas defensivos para proteger la ciudad de los canales de los ataques de los turcos.[9]

En abril del año 1500 se trasladó a Florencia, donde pronto recibió nuevos encargos y encontró otras áreas para desarrollar sus talentos. Durante estos años, sus habilidades y su amplio dominio en diferentes campos era celebre en el país de la bota.

Es en esta época cuando Leonardo da Vinci pinta su obra que le merece el reconocimiento mundial actual:La Gioconda (1503-1507). Se cree que el retrato pertenece a Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo. Como es sabido, su enigmática sonrisa y mirada han hecho de esta pintura una de las más comentadas y estudiadas de la historia. Actualmente se encuentra expuesta en el Museé du Louvre.

La Gioconda (Mona Lisa), hacia 1503-1506
Óleo sobre madera, 77 x 53 cm

 

Sus últimos años

Alrededor del año 1506, Leonardo da Vinci se trasladó de nuevo a Milán. Durante este periodo, el genio desarrolló un especial interés en la ciencia, aunque continuó con su faceta de pintor. Fue en estos últimos años que terminóLa Virgen de las rocas.

Tras idas y venidas como ingeniero militar por ejemplo, da Vinci se mudó a Roma cerca de 1513. Allí desarrolló diversos trabajos para el papa León X, miembro de la familia Médici. Se cree que, debido a los pocos encargos que recibía, Leonardo se centró más en sus investigaciones. Sin embargo, una sensación de fracaso en la capital italiana comenzó a invadirlo y, probablemente, fue motivo para mudarse a Francia en 1516.

El rey de Francia, Francisco I, instaló a Leonardo da Vinci en el castillo de Cloux, cercano a la localidad de Amboise, donde pasó sus últimos años de vida. El 2 de mayo de 1519, tras llevar una temporada enfermo, Leonardo murió a los 67 años. Sus restos descansan en la capilla de Saint Hubert, en el castillo de Amboise.[10]

Se tiene la impresión de que el anciano Leonardo regresa con espíritu despierto al dibujo y a la pintura, los orígenes de su arte. En sus esbozos llenos de vida y en la representación de seres fabulosos aún se manifiesta toda la gracia de un arte que ha conservado su frescura independientemente de la edad del artista y a lo largo del tiempo e indudablemente, conserva el lugar imbatible y apoteósico que representa en la Historia del Arte. 

Autora: Ana Patricia Barrios

 

[1] Zöllner, Frank, Leonardo da Vinci, 2005, Océano. Pág. 92

[2] Consultado en: https://www.nationalgeographic.es/historia/2017/11/cual-era-el-rasgo-que-hacia-de-leonardo-da-vinci-un-genio

[3] Ibíd. Pág. 7

[4] Citado en: https://www.jornada.com.mx/2006/09/11/index.php?section=cultura&article=a03n1cul

[5] Ibíd. Pág. 17 

[6] Ibidem

[7] Ibíd. Pág. 33

[8] Ibíd. Pág. 38

[9] Citado en: https://www.nationalgeographic.es/historia/2017/11/cual-era-el-rasgo-que-hacia-de-leonardo-da-vinci-un-genio

[10] Citado en: https://www.nationalgeographic.es/historia/2017/11/cual-era-el-rasgo-que-hacia-de-leonardo-da-vinci-un-genio

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