La lectura es algo que se ha ido perdiendo con el tiempo, y más aún en esta época donde la información corre tan rápido que ni tiempo tenemos de leer El dinosaurio de Augusto Monterroso. Esto por un lado, por otro debemos considerar que no se ha creado el habito de la lectura en los niños desde pequeños, por eso aquí te compartimos algunas recomendaciones con las cuales podemos hacer que los infantes adopten este bonito pasatiempo y lo conviertan en una forma de vida.

En primer lugar, debemos considerar a uno de los más antiguos fabulistas del mundo, proveniente de la tradición griega: Esopo. Sin duda alguna, todos hemos leído alguna de sus obras en algún momento de la vida, entre ellas se encuentran El león y el ratón,  El perro que llevaba un trozo de carne, El pastor mentiroso, La cigarra y la hormiga, por mencionar una pequeñísima. ¿Por qué valdría la pena tomarlo a consideración? La fábula, como bien es sabido, tiene la función de hacer reflexionar a quien lee, sobre situaciones de la vida cotidiana, principalmente en asuntos que refieren a los valores humanos; recordemos que los animales cubren distintas características humanas, son el espejo de los valores y antivalores de las personas.

No podemos dejar de mencionar a un autor que incluso ha sido tomado por compañías cinematográficas infantiles para adaptar sus obras, hecho que nos ha mostrado la triste vida de El patito feo o la belleza del mundo submarino y la tristeza que vive La sirenita por no poder acceder aquel mundo exterior, o nos ha mostrado cómo la ingenuidad de un emperador nos haga ver lo absurdas que pueden  ser las personas con tal de mantener una postura en El traje nuevo del rey de Hans Christian Andersen, quien es sin duda un autor que va a sensibilizar a los pequeños lectores e inclusive los puede hacer pasar por la risa y llevar al suspenso como en El soldadito de plomo.

Ahora seguimos con un autor del siglo XX cuyas obras son un tanto amargas y muy directas, pero atrapan al lector. La vida no es tan dulce, puede ser un poco cruda y así nos lo hacía ver el autor Roald Dahl. Sus obras más conocidas han sido llevadas al cine, tenemos el caso de Charlie y la fábrica de chocolates donde vemos la pobreza humana, y cómo un niño busca conseguir su sueño, sin olvidar en ningún momento de donde proviene; Las brujas, donde Luke se enfrenta a la trágica muerte de sus padres, la enfermedad de su abuela y el peligro inminente de enfrentar a la “Gran Bruja”; también tenemos a Matilda, una niña con una mente prodigiosa, capaz de manipular cosas con la mente, pero como no todo es miel sobre hojuelas en la literatura de Dahl, vive bajo el yugo de dos padres que la tratan como una estúpida, un hermano que la desprecia, y asiste a una escuela donde la directora es “el terror del colegio”, y su único consuelo es la señorita Honey y sus amigos. Sin duda alguna son cuentos que pese a su cruda  realidad, entretendrán a los más pequeños.

En esta lista no podemos dejar atrás a un autor como el español Rafael Alberti, que, si bien escribió muchas historias en su basta tradición literaria, también tiene poemas meramente infantiles que permitirán que los pequeños lectores se adentren a este mundo maravilloso de la poesía. La poesía se cree exclusiva de cierto tipo de lectores, pero Alberti, a partir de sus poemas va aproximando a los niños a los recursos y estructuras propias de la poesía. Aunque la poesía puede llegar a ser complicada, el autor nos demuestra que está al alcance de todos. Algunos de estos poemas son los siguientes: El duende Raúl, La araña Maricarmen, Los números, Juguetes entre muchos otros que son de fácil acceso en internet y en librerías.

Por último, no especificaré sobre un único autor, sino varios que vale la pena leer por ejemplo a Lewis Carroll y su siempre eterna Alicia en el país de las Maravillas, otra recomendación es leer El principito de Antoine de Saint-Exupéry, un cuento que en muchas universidades es obligatorio, así como el Quijote para los países hispanohablantes. Por ultimo Mr. Bliss, un hermoso cuento de aventura y enredo escrito por J.R.R Tolkien, quien tenía un gran interés por el público infantil.

Texto por Javier Franco