

Otro modo de tener sed: Vampira humanista busca suicida
“Soy moderno, soy eterno. Y lo estoy pasando bien”
Andrés Pajares
Estrenada en 2023 en numerosos festivales, incluyendo el Festival Internacional de Cine de Venecia, Vampira humanista busca suicida revisita una de las figuras clásicas del terror para dotarle de nuevos matices que demuestran, una vez más, que la tradición vampírica no se agota.
La cinta canadiense, que llega a salas mexicanas apenas este año, es dirigida por Ariane Louis-Seize, quien ya había destacado en la realización de cortometrajes, pero Vampira humanista busca suicida se trata de su ópera prima en materia de largometrajes. El film se centra en Sasha, una joven vampira de sesenta y ocho años, que tras una traumática experiencia en su infancia, rechaza cazar
humanos para drenarlos. En cambio, prefiere degustar la rojiza sustancia vital que sus padres resguardan en bolsas de extracción de sangre, hasta que ellos deciden que es tiempo de que Sasha aprenda a (sobre)vivir por su cuenta.
Entre la comedia y el coming-of-age, Vampira humanista busca suicida reformula la imagen del vampiro, no desde la atmósfera terrorífica, sino a través de los tópicos habituales, ahora centrados en tiempos modernos. Me explico: tanto en el cine como en la literatura, el vampiro ha sido una de las pocas criaturas monstruosas en poseer una conciencia semejante a la de los humanos, a comparación del zombie o del licántropo, sin embargo, mientras que hay representaciones en las que tienden al impulso de su naturaleza cruenta, como en Vampiros (1998, Dir. John Carpenter) o Abigail (2024, Dir. Tyler Gillet y Matt
Bettinelli-Olpin), también se encuentran otras configuraciones donde los vampiros atraviesan dilemas en torno a su condición vampírica, mismas dubitaciones que les suscita angustia, por ejemplo, en Entrevista con el vampiro –ya sea el libro de Anne Rice, la película de 1994 de Neil Jordan o la serie televisiva de AMC–, o La sed, de Marina Yuszczuk. En esta rama, por supuesto, se incluye Vampira humanista busca suicida.
Sasha comparte los rasgos canónicos del vampiro, aunque con matices que le otorgan al metraje singularidad: necesita de la sangre humana para subsistir, pero se resiste a conseguirlo por sus medios; el sol le es perjudicial, no obstante, solo le provoca arrugas si se expone a él; y si bien puede vivir durante siglos, envejece lentamente. Sin olvidar sus capacidades sobrehumanas (fuerza física superior, la alteración de fenómenos físicos como la electricidad, y la cualidad de convertir a los humanos en sus semejantes).
La otredad vampírica de Sasha, empero, no se aleja de la de los seres mortales, a saber, la de Paul, el adolescente suicida con el que forma una dupla. Jóvenes melancólicos y atípicos, remite, en algunos aspectos, a la amistad de la vampira Eli y el niño humano Oskar de la brillante Déjame entrar (2008, Dir. Tomas Alfredson). Sasha y Paul discrepan de los roles sociales de sus especies; ella, por el planteamiento inicial ya descrito, y él, introvertido y silencioso, es objeto de acoso escolar y laboral. Ambos hallan afinidad en su vínculo: sensibles, gustosos de la música (la escena en la que bailan “Emotions” de Brenda Lee traduce auditivamente la complejidad de la adolescencia –vampírica y humana– de adaptarse a una vida en la que no encajan), inclinados a la idea de morir, y sus discrepancias en sus últimos deseos. La de Sasha, reflejando este carácter lúgubre del vampiro pensante, sería el de ver el sol.
“Emotions, what are you doin’?, oh, don’t you know,
don’t you know you’ll be my ruin”
Brenda Lee
El epicentro del film, sin dejar a un lado el arco argumental de la transición de la inexperiencia y vulnerabilidad a la madurez, propio del coming-of-age, es la de la sed. En la novela citada de la argentina Marina Yuszczuk, que de hecho, lleva por nombre este padecimiento eterno, la voz narradora que es una vampira, dice: “sentí el arrebato de la sangre, que me llamaba” (2023, p.45). Y desde el principio, por más modificaciones que sufra la figura del vampiro a lo largo de los siglos, la sed es intrínseca a él, incluso, en su etimología. El vocablo vampiro, de posible origen eslavo, se deriva de la palabra upir, que significa “sanguijuela” o “chupasangre”. A su vez, el origen popular del vampiro se fundamenta en una creencia que se tenía por cierta: la de los muertos que regresan del más allá para alimentarse de los fluidos del humano y propagar la plaga, como las ratas en Nosferatu.
Vampira humanista busca suicida no es la excepción. Sasha no evade beber de sangre humana, pues de lo contrario su hambre sería insoportable y a la postre la conduciría a la muerte verdadera. No obstante, se aleja del patrón, supuestamente innato, de su raza: cazar y drenar. En un punto de giro del film, Sasha lo hace. En un primer plano se encuadra su rostro desorientado, la boca y el mentón empapados de sangre. El fondo está desenfocado: lo único que importa son las gesticulaciones en shock de Sasha por su acto. Sin embargo, esta demanda vampírica que su familia le exigía no conduce al progreso del personaje, más bien, y a manera de paradoja, la aleja de su naturaleza: una que escapa al arquetipo y que reconduce a otro modo de tener sed, es decir, otro modo de ser vampiro.
La lección que se extrae del guión de Ariane Louis-Seize y Christine Doyon estriba en que, una monstrua, ya de por sí personificadora de lo insólito, puede ser aún más diferente: no conformarse en cumplir las expectativas de su especie y, junto a Paul, mantener su extrañeza. Una estrella más para la película radica en la focalización en los vampiros y sus problemáticas –aunque se incluya la de un humano–. Bien afirmaba la teórica argentina Rosalba Campra (2008) que en el corpus de lo no mimético predomina “el silencio de la criatura fantástica” (p.141), a raíz de la dificultad de compenetrar en la “otredad absoluta” (p.144). Pero, por medio de Sasha, esta otredad, de repente, ya no se siente tan lejana.
Dayana Campillo Martínez (Tijuana, 2000)
Licenciada en Lengua y Literatura Hispanoamericana por la Universidad Autónoma de Baja California. Actualmente estudia la Maestría en Literatura Hispanoamericana en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Ha publicado en revistas culturales como Hipérbole Frontera, Palabra, Punto de Partida y unas pocas más. Se especializa en literatura no mimética, especialmente en obras de terror, horror y fantástico.
Vampira humanista busca suicida
Dir. Ariane Louis-Seize
2023
Canadá
91 min
Referencias
Campa, R. (2008). Territorios de la ficción. Lo fantástico. Editorial Renacimiento.
Yuszczuk, M. (2023). La sed. Dharma Books. Adquiere este libro aquí.