Para Juan García Ponce un texto es un tejido de contradicciones, un cuadro verbal formado de descripciones; en sus obras plasma el misterio de las imágenes vivas que, no obstante, sólo se aspira a llegar a tocarlas, pues son evanescentes. El erotismo funciona de la misma manera, como una imagen inasible que se nos insinúa, nunca totalmente explícita, sino como un acercamiento y un acto de seducción.
De acuerdo con Georges Bataille,[1] el erotismo es una suerte de lenguaje cuyo fin comunicativo es la transgresión de los límites; el juego de acercarse a algo sin decirlo deja abierta la posibilidad de que algo más ocurra, de que en cada realización el acto siga haciéndose. Este lenguaje en lo literario se propone permanecer como una estructura sagrada que viva en cada lectura y se enriquezca en la variedad de realizaciones.
Juan García Ponce, asiduo lector de Bataille, parece haber propuesto en “Rito” que la fuerza del cuento se encuentra precisamente en la construcción de un lenguaje potente, en tanto posibilidad, que toma y adapta de la realidad la estructura del rito para configurarse una coherencia que sustenta el discurso erótico.
La fuerza de un texto literario se basa en cierta medida en la manera en que éste construye sus propias leyes y es fiel al mundo que crea, esto es, en la verosimilitud que es capaz de lograr para transmitir un mensaje no sólo en el plano superficial, sino también en su estructura más profunda. La verosimilitud de la obra se construye en lo semántico, pero también en lo sintáctico y en la manera en que estos elementos se relacionan con la realidad.
En este sentido, el cuento “Rito” está construido sintácticamente atendiendo a una organización que remite a algunas características del rito, de tal manera que el texto se cierra como una unidad de significado coherente y verosímil.
La verosimilitud de un texto es un proceso de significación que tiene como resultado un sentido en sí mismo que valida la existencia del mundo creado, es decir, es la coherencia entre hechos, personajes e ideas para con el universo del texto. Este proceso de significación requiere de ciertas relaciones y reglas que funcionen para el texto, pero también es necesario que esa relación se dé con el mundo externo al que refiere. De esta manera podemos encontrar la configuración de la verosimilitud en el plano de las significaciones como un testimonio directo, y en el plano sintáctico donde las relaciones son más estructurales y se presentan como interacciones entre lenguajes.
En el aspecto semántico, la relación de semejanza es el punto clave para la verosimilitud, mientras que en el aspecto sintáctico es la retórica del texto lo fundamental. Es decir, el texto posee sus propias leyes que posibilitan crear la ilusión de lo real, de manera que se establece un sentido que por naturaleza es múltiple, pero ¿dónde se forma ese sentido en el texto?
“Rito” contiene en sí varios discursos, el erótico, el moral, el de lo místico y el de lo sagrado, por mencionar algunos; y uno de sus propósitos es transgredir, para ello echa mano de los recursos propios de lo que quiere romper. El soporte para este proceso se da precisamente con ayuda del discurso del rito, pues traslada la estructura de ese lenguaje al del cuento y logra con ello credibilidad, pero también un texto con el poder de un acto ritual, simbólico y sagrado.
Para el antropólogo Víctor Turner, el ritual y sus simbolismos son un punto clave para entender toda actividad humana, por lo que determina que el símbolo es el componente básico con significación múltiple. Hay en él una condensación de relaciones entre significados que permite su unificación, sin embargo, hay también una tendencia a la polarización de los símbolos más importantes en planos de oposición: el de la normatividad y el del deseo.
Por otra parte, en el libro Los ritos de paso, Arnold Van Gennep hace notar que las sociedades se dividen en varias sociedades especiales, cuyos límites pueden traspasarse dependiendo de su carácter, esto es, de si son económicos, intelectuales o sacros. Para estos últimos se requiere de ceremonias o ritos que transforman lo pagano en sagrado, de ahí el nombre de ritos de paso.
Si consideramos esto, podemos comprender la naturaleza de las relaciones entre los personajes del cuento y sus transformaciones. El proceso que atraviesan con cada rito que llevan a cabo es similar a un rito de paso, donde lo mundano que tiene el acto amoroso se transforma en algo sagrado que cambia el estado de los participantes, incluido el lector. Todo mediante el lenguaje.
“Rito” de Juan García Ponce propone una lectura poderosa que transgrede los límites del amor, el erotismo y la espiritualidad; propone también un reto para el lector, pues lo invita a vivir y reescribir la historia desde las pistas que sugiere para acceder a una realidad diferente cada vez, como una puesta en escena. De esta manera quien lee se convierte en el rostro desconocido y sin nombre del tercer personaje, a quien se dirige y por quien se desata la acción transgresora. La palabra aquí es la facilitadora, el instrumento mágico y poderoso que dice, hace y crea.
[1] Georges Bataille, El erotismo, Tusquets, México, 2007.
Soy mi propia cicatriz o mi rostro atrapado en las manos, por eso escribo siempre las mismas palabras. Llevo un diario de fuego y espuma, y cuando se acabe el mundo intentaré tocar los cables del cielo.