Roberto Bolaño y sus lecturas: una revisión a los imprescindibles del infrarrealista

Es bien sabido que, después de los griegos, no hay nada nuevo bajo el sol y no sólo eso, sino que nosotros somos la suma de un montón de textos y contextos. Es por ello que, más allá de negar una influencia en nuestras creaciones, se debe no sólo valorar, sino enaltecer a quienes, con sus letras, nos dan las respuestas que no sabemos encontrar con la mirada puesta en lo cotidiano.

Roberto Bolaño no es la excepción, pues considera a muchos autores como sus maestros y guías. En varias ocasiones, dijo que él inició su carrera escribiendo poesía, y en múltiples charlas confesó quiénes fueron algunos de sus maestros, influencias y modelos a seguir. En una entrevista en La Belleza de Pensar, Bolaño suelta, a diestra y siniestra, nombres de quienes, para él, son imprescindibles y también explica lo que para él es poesía.

Nicanor Parra: el favorito del infra

Roberto Bolaño dijo, en aquella entrevista, que admiraba la vida desmesurada de los poetas y que él mismo no es lírico en su poesía. De golpe, afirma que su compatriota Nicanor Parra es su poeta favorito, pues pareciera coincidir en que tampoco es tan lírico, sino más bien un tanto cotidiano, quien habla de comidas y ataúdes. Si bien sabemos que Parra consideraba que hacía antipoesía, Bolaño afirma que ésta es la nueva poesía y quizás el poema que mejor denota el significado de qué es poesía es “Manifiesto”.

MANIFIESTO
[Fragmento]

Señoras y señores 
Ésta es nuestra última palabra. 
-Nuestra primera y última palabra- 
Los poetas bajaron del Olimpo.

Para nuestros mayores
La poesía fue un objeto de lujo
Pero para nosotros 
Es un artículo de primera necesidad: 
No podemos vivir sin poesía.

A diferencia de nuestros mayores 
-Y esto lo digo con todo respeto- 
Nosotros sostenemos 
Que el poeta no es un alquimista 
El poeta es un hombre como todos 
Un albañil que construye su muro:
Un constructor de puertas y ventanas.

Nosotros conversamos 
En el lenguaje de todos los días 
No creemos en signos cabalísticos.

Además una cosa: 
El poeta está ahí 
Para que el árbol no crezca torcido.

Los imprescindibles: Lautréamont y Rimbaud 

Roberto Bolaño aseguró no saber con exactitud qué es poesía, pero dijo saber quienes estuvieron cerca del fenómeno poético: Rimbaud y Lautréamont. Ellos son los poetas de la adolescencia, aquellos poetas que se arriesgan y, usualmente, pierden. Considera que en su poesía se encuentra tal pureza que quienes se atrevieran a acercarse tanto a su poesía corrían el riesgo de quemarse.

El corazón robado
[Arthur Rimbaud]

¡Mi triste corazón babea a popa,
mi corazón que colma el caporal 
y me vierten en él chorros de sopa, 
mi triste corazón babea a popa:
con las bromas sangrientas de la tropa 
que brama un carcajeo general, 
mi triste corazón babea a popa, 
mi corazón que colma el caporal!

Itiofálicos y soldadinescos 
sus chistes sangrientos lo han depravado; 
y de noche componen unos frescos 
itiofálicos y soldadinescos. 
¡Oleajes abracadabrantescos 
llevadme el corazón, que sea lavado! 
Itiofálicos y soldadinescos 
sus chistes sangrientos lo han depravado.

Cuando se agoten sus chimós gargálicos 
¿cómo vivir, oh corazón robado? 
llegarán con sus estribillos báquicos; 
cuando se agoten sus chimós gargálicos 
sentiré sobresaltos estomáquicos, 
yo, el del corazón despedazado. 
Cuando se agoten sus chimós gargálicos 
¿cómo vivir, oh corazón robado?

El poeta amigo: Mario Santiago Papasquiaro

Mario Santiago era el poeta adolescente por antonomasia, pues pareciera que para Bolaño el poeta debía no sólo escribir bien, sino llevar ese tipo de vida desmesurada y arriesgada, es decir, “sin timón y en el delirio”.[1] Mario es quien puede encarnar la “locura cotidiana” que es lo que buscaba Bolaño como creador de personajes. No hay que olvidar que Mario Santiago fue un invento de sí mismo: en un principio, comienza con su nombre ficticio, y termina por consolidarse en Los detectives salvajes como Ulises Lima, el poeta perdido en el mundo que acompaña a Arturo Belano en su adolescencia y quien dejó perplejos a quienes escucharon algún poema en el taller literario de la universidad. 


Si he de vivir que sea sin timón & el delirio

[Fragmento]

Envuelto en el poncho—pelos de simio del amor
la extristeza & el exfrío me pelan me salsaborrachean
el lote baldío (mis clarasoles) la risotada—moridor
de mis banquetas

La ciudad: mi ciudad ayer tan garra / antier tan coágulo
se licua se altamarea se coralina —despegando como 1 guanaco o 1
rompe—vientos con speed
por mis alas cosquilleantes planicies submarinas—
& no me pregunten qué agujeros qué agujetas
qué rabos con sarna qué anos chupados
mandrilean monoarañan gotean su buche sus cantigas
su lacrimal asombro (danzaevientre)
como 1 pequeña mano de hada
jugando al hidroavión en mis testículos

Envuento en el poncho—dientes de niño del amor
me llevo el labio la recua de mulas del tequila a la cabeza
hoy podría hablar de líbido & cognacs / de ovnis & carrozas
de las luces de bengala de la Piaf de los radares inalámbricos del pene 

El salvador: Enrique Lihn

Roberto Bolaño pensaba que Lihn era de los poetas peor leídos y consideraba que una de sus mayores virtudes es la reflexión, ya que era un poeta que dudaba. Roberto Bolaño dice, a manera de anécdota, que mantuvieron una correspondencia en una época mala para Bolaño, leyó sus poemas y fue muy generoso. Afirma también que la poesía de Linh alberga tanta generosidad como la de un verdadero poeta.

Porque escribí
[Fragmento]

Estuve enfermo, sin lugar a dudas
y no sólo de insomnio,
también de ideas fijas que me hicieron leer
con obscena atención a unos cuantos psicólogos,
pero escribí y el crimen fue menor,
lo pagué verso a verso hasta escribirlo,
porque de la palabra que se ajusta al abismo
surge un poco de oscura inteligencia
y a esa luz muchos monstruos no son ajusticiados.

Porque escribí no estuve en casa del verdugo
ni me dejé llevar por el amor a Dios
ni acepté que los hombres fueran dioses
ni me hice desear como escribiente
ni la pobreza me pareció atroz
ni el poder una cosa deseable
ni me lavé ni me ensucié las manos
ni fueron vírgenes mis mejores amigas
ni tuve como amigo a un fariseo
ni a pesar de la cólera
quise desbaratar a mi enemigo.

Pero escribí y me muero por mi cuenta,
porque escribí porque escribí estoy vivo.

La entrevista a Bolaño deja más que los nombres de quienes leyó o lo ayudaron, pues en pocas palabras resume su visión sobre qué es poesía. Probablemente no sabía cómo definirla, pero sabía a quiénes seguir, a quiénes leer y con quiénes quemarse o delirar. Roberto Bolaño tiene su propia poética, la cual se nutrió de sus lecturas y que nos hace saber la necesidad que existe de no sólo de tener poesía en la vida, sino se vivirla o de sentirla: la poesía como forma de vida.

[1] Versos que Bolaño consideraba de Mario Santiago, pero que pertenecían a Gilberto Owen.

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