Siempre habrá poesía: Lo que no tiene nombre de Piedad Bonnett


Sabías que la poesía no es jamás sólo tuya, como el amor, sino de todos; no es el poeta el que crea las palabras, decías y declamabas, es la palabra la que se le echa encima y le hace poeta…

Claudio Magris [1]

 

La poesía contemporánea en Colombia es el reflejo de acontecimientos misteriosos, invisibles, políticos, sociales, culturales, exóticos y raros, pues expresa los conflictos entre un mundo de agitación económica y tecnológica, que surgen con el nacimiento del capitalismo y un linaje aristocrático e irrealista producto de las familias. En medio de ese escenario, emergen grandes voces como: Juan Manuel Roca, Horacio Benavides, María Mercedes Carranza, Jaime Jaramillo Escobar, Lucía Estrada y Piedad Bonnett.

Examinemos minuciosamente esta temática en la obra de Piedad Bonnett, quien es una escritora colombiana contemporánea que ha incursionado en géneros literarios como poesía, drama, novela y ensayo, en los que devela los hechos socioculturales que envuelven a los sujetos contemporáneos en Colombia y el mundo.

Lo cierto es que muchos lectores conocen sus obras literarias no por los campos poéticos, narrativos ni ensayísticos, sino por su hibrido: Lo que no tiene nombre, Un texto publicado bajo el sello editorial Alfaguara en el año 2013. No es una novela, una autobiografía, un ensayo ni un poema. Es un texto que atraviesa por los géneros citados sin casarse con ellos, pero con un marcado acento poético. Frente a esto, Piedad afirma:

“Lo que hago no es ficción, pero es literatura: una narración sobre una lucha y una derrota, que entraña una reflexión sobre la muerte, el duelo y eso que a veces llamamos destino” (Bonnett, 2013).

Lo que indica que la literatura es un mecanismo esencial para sobrellevar los duelos.

Recordemos que Lo que no tiene nombre es un texto literario en el que la escritora presenta el suicidio de su hijo Daniel Segura, producto de la esquizofrenia, en el cual reconstruye aspectos vitales del hijo amado, condiciones de su enfermedad, la soledad que enfrentó y la discriminación que lo llevaron a olvidarse de la vida.

En ese sentido, Piedad se empodera de algunos derechos y libertades a causa del duelo:

“El dolor pareciera, tal vez por ley compensatoria, otorgarnos derechos… Un gran duelo nos vuelve momentáneamente libres, o al menos así me lo parece mientras veo a los demás detenerse en el umbral de mi pena” (Bonnett, 2013, p. 37).

Por todo esto, Bonnett, mamá y escritora, realizan su duelo. Un duelo desde las palabras con las que viaja y pregunta para traer a colación escritores de los que ha aprendido, admirado, aquellos que han acariciado su corazón mediante un proceso intertextual. Recuerda a Daniel a través de las palabras del escritor israelí David Grossman, quien también perdió a su hijo:

“Descubrí que la muerte es hermética, no la puedes penetrar ni entender, pero creo que la escritura es la única forma en la que al menos la podemos rasguñar” (Bonnett, 2013).

El universo de las palabras le ayuda a Bonnett a crear un recorrido sentipensante de las posturas de Daniel frente a los sectores sociales y culturales que no lograron enamorarlo de la vida.

América latina se ha caracterizado por construir, a través de las palabras, un territorio simbólico que permite crear y recrear el mundo. A través de voces como Jorge Luis Borges y su poética del tiempo que refleja la finitud de la vida, la utopía de la eternidad y los juegos de Cronos en los días de los individuos entre amores. Mismos amores que reflejan Neruda y Pizarnik en su poética del amor. La poesía de la emancipación tiene a su máximo exponente, Eduardo Galeano, quien recorre los hechos históricos de esa Latinoamérica dolorosa y llena de esperanza.

Y no es mera coincidencia que en Lo que no tiene nombre, Piedad Bonnett haga de la escritura un manantial para su dolor, o la palabra es una afirmación de la fe en la vida” (Bonnett, 2013), pues hay que tener en cuenta que su fe en la palabra y la literatura le permiten hablar de realidades dolorosas que de otra forma no se podría compartir con los demás.

Para concluir, todo el texto está permeado por la poética, ese juego metafórico de presentar sucesos dolorosos como el suicidio desde posturas amables y ejercicios de intertextualidad que acuden a escritores, quienes dan cuenta sobre la muerte y posibles alternativas de asumirla. La invitación es leer a Piedad Bonnett y viajar en ese universo de posibilidades poéticas que son esa dualidad entre la vida y la muerte.

  

Referencias bibliográficas

Bauman, Z. (2013). La cultura en el mundo de la modernidad líquida. Madrid: Fondo de Cultura Económica.

Bonnett, P. (2013). Lo que no tiene nombre. Bogotá: Alfaguara.

Borges, J. (2006). Obra Completa. Buenos Aires: Emecé Editores.

[1] Escritor, ensayista, dramaturgo, profesor, traductor y político italiano, autor de Danubio (1986), Microcosmos (1997), Utopía y desencanto (1999), Otro mar (1991) y El infinito viajar (2005).

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