Ignacio Manuel Altamirano: sobre las memorias de un imbécil
La recomendación de esta semana queda a cargo de uno de los escritores mexicanos más destacados del siglo XIX, me refiero a Ignacio Manuel Altamirano, cuyos seudónimos eran Próspero y Merlín. Nació en Tixtla, Guerrero en 1834, y murió en San Remo, Italia en 1893; escribió poesía, crónica, ensayo y novela, es en esta última que destaca por obras, como: El Zarco, Navidad en las Montañas y Clemencia.
Se dice que no era totalmente indígena, pues su madre era mestiza, lo cual no impidió que fuera discriminado en la escuela y que comenzará sus estudios hasta los 12 años. En 1848, Altamirano consigue una beca en el Instituto Literario de Toluca, apadrinado por Ignacio Ramírez comienza a desarrollar sus habilidades literarias; años después estudiaría derecho en el Colegio Nacional San Juan de Letrán. Fue fundador de asociaciones, periódicos y revistas, también realizó una actividad intensa en pro de la educación incorporando sus ideas liberales.
Luego de una semblanza biográfica del autor, quiero señalar que la razón del título de mi nota viene a colación de Idilios y elegías. Memorias de un imbécil, título que pretendía agrupar una serie de relatos que narraran los amores del personaje Jorge; sin embargo y por razones desconocidas, Altamirano no concluyó el proyecto, sólo finalizó Antonia y dejó inconclusa Beatriz (1873).
Decidí centrarme en la novela Antonia por ser la primera dentro de esa serie de relatos, la historia narra el primer acercamiento al amor pasional, ese amor curioso y contemplativo que anhela descubrir su significado.
«Ninguna mujer se escapaba de mis pícaros ojos; y en el tianguis, en la iglesia, en las procesiones, en las calles, siempre encontraba yo abundantes motivos para mis análisis y mis reflexiones. La blanca túnica de la adolescencia iba desapareciendo día a día, como si fuese una película de cera derretida por el calor creciente de mi corazón que, mariposa del deseo, comenzaba a revolar devorada por una sed inmensa.» (Antonia, 9 p.)
Jorge, el protagonista, movido por el deseo que le provoca Antonia, busca la manera de estar con ella, y al ser correspondido, no tarda en encontrar un lugar para estar juntos. Pero este lugar es concedido por la madrina de Antonia y amiga, desde hace tiempo, del mismo Jorge, llamada Dolores, ella es una mujer que al sentir los años encima, desea tener un pupilo a quien adoctrinar en las artes amatorias, por eso, cuando nota el interés de Jorge por su ahijada, no tarda en planear algo para separarlos. Sin embargo, la constante remembranza de los años de adolescencia, posterga y vuelve verosímil la historia.
Los enredos amorosos, combinados con las personalidades de los personajes y el narrador, hacen, de éste, un texto entretenido y moderno para su tiempo. Por ello los exhorto a leer literatura mexicana del siglo XIX, pues pueden encontrar verdaderas joyas.
Aquí les comparto el enlace de una página realizada por miembros de la UNAM, en la que podrán encontrar esta y otras novelas cortas:
http://www.lanovelacorta.com/1872-1922/antin.php
Texto por Angélica Escobedo