El camino hacia el trabajo por las mañanas se ha convertido en mi prueba irrefutable de que ya no soy un adepto de la prisa. He olvidado cómo caminar con prisa e, incluso, para qué servía. Pero eso no…
El camino hacia el trabajo por las mañanas se ha convertido en mi prueba irrefutable de que ya no soy un adepto de la prisa. He olvidado cómo caminar con prisa e, incluso, para qué servía. Pero eso no…